«Las Ciudades Oscuras. El Regreso del Capitán Nemo» de Schuiten y Peeters. Norma Editorial.

No fue el primero, aunque posiblemente sí haya sido aquí y en Francia uno de los títulos con más reediciones de la serie de Las ciudades oscuras. Fue la primera vez que tomé plena consciencia de lo que Benoit Peeters y François Schuiten eran capaces de hacer y fue con El Archivista. Quienes conozcan a estos autores que con sus nacionalidades tan bien representan la unión franco-belga dentro del mundo del cómic, posiblemente no sólo conozcan también El Archivista, sino que recuerdan la edición limitada en formato enorme que editó Norma Editorial a principios de los años 90 del siglo pasado. Recuerdo perfectamente aquel ejemplar gigantesco brillando en las tiendas de cómic de la época, evidenciando la eclosión de las viñetas europeas y a la vez que Peeters y Schuiten estaban llevando el arte en viñetas a cotas nunca antes alcanzadas.

No hacía falta leer entre líneas para comprender la fascinación de Schuiten por la arquitectura al contemplar, en especial en aquella edición gigante, su visión única de los espacios urbanos y de los edificios. El detalle de sus perspectivas nos conducía a un universo donde las construcciones pasaban a ser también personajes de sus historias. Para aquellas y todas las que siguieron dando vida a la longeva serie de Las ciudades oscuras, Benoit Peeters ideó historias tan intrincadas como las siempre definidas líneas de Schuiten. Poblando estanterías y novedades de un modo siempre elegante, Las ciudades oscuras llevan funcionando 40 años aunque el último título en aparecer fue en 2009. Por eso ha resultado doble sorpresa que, casi quince años después, estos venerados autores nos hayan sorprendido con la vuelta a ese universo único y tan peculiar donde sus protagonistas tratan de destacar siempre con sus misteriosas vidas y relatos por encima del vasto paisaje de hormigón, piedra y líneas perfectas. La excusa la explica el propio titulo de la obra, El regreso del Capitán Nemo, sin duda uno de los personajes más carismáticos y universales jamás creados por la pluma del inmortal autor Julio Verne.

El regreso del Capitán Nemo es una maravillosa pieza de coleccionista que parece perdida en estos tiempos modernos de batalla perdida contra la adicción a las pantallitas azules. Los autores, curtidos ambos a sus 68 años en muchas batallas, se reconocen los últimos de generaciones que crecieron bajo el único ocio posible de los libros en aquellas ediciones de papel, consideradas hoy libros de viejo, que eran ilustradas por grabados maravillosos que abrían ventanas aún más grandes a la imaginación. Ese es uno de los principales tributos al que rinden homenaje en esta nostálgica obra, ilustrada como aquellos libros. François Schuiten nos conduce a un nuevo viaje del mítico personaje desaparecido del capitán Nemo con páginas completas ilustradas al estilo de esos viejos grabados, a los que acompañan breves textos de Peeters tratando de explicar el porqué y el cómo del retorno de Nemo desde las profundidades del océano.

En un viaje en el que Nemo pasa de ser un amasijo informe de melenas, barba imposible y recuerdos borrados al personaje que una vez fue, su conciencia despierta poco a poco cuando se descubre viajando en el interior del Nautipulpo, un híbrido entre el pulpo gigante al que Nemo se enfrentó en Veinte mil leguas de viaje submarino y su submarino Nautilus. A bordo de semejante criatura, vuelven su civilización y parte de su memoria mientras imposible, el Nautipulpo se desliza por igual a través de mares, bosques, montañas y edificios que de la decrepitud poco a poco pasan a ser entornos más diminutos y controlados. La verdad es que el verdadero viaje transcurre entre mil y una referencias a Las ciudades oscuras, desde los acantilados de Tirus al bosque de Mégara, pasando por la inevitable ciudad Brüsel e infinidad de sitios más, hasta llegar al objeto real del viaje: llegar a Samarobriva, la ciudad que representa a la ciudad real de Amiens, también enclave natal del escritor Julio Verne.

El Nautipulpo a su llegada a Samarobriva-Amiens.

Es en ese momento que Schuiten abandona el Nautipulpo y recluye a Nemo en viñetas que se ordenan y que, de hecho, comienzan a cobrar incluso colores después de ese blanco y negro que nos hizo soñar con los grabados de libros de otra época. Y allí, en Amiens, con Nemo convertido en alguien más, los autores concluyen de modo circular y perfecto uno de los episodios más profundos y emotivos de Las ciudades oscuras.

Sin embargo el libro se hace aún más único y especial porque continúa y nos ofrece un documento único ilustrado por Schuiten. En 1989 se encontró, por difícil que parezca, una novela inédita del escritor Julio Verne: París en el siglo XX, originalmente concebida y escrita en 1863. Como si formase parte de una de sus novelas y según se nos describe en este capítulo añadido, «después de abrir con dinamita una vieja caja fuerte cuyas llaves se habían perdido hacía mucho tiempo, Jean Verne, bisnieto del escritor, encuentra un paquete de cartas y préstamos rusos, y un conjunto de grandes hojas atadas con un cordel: el manuscrito de París en el siglo XX».

Editada por vez primera por Hachette en 1994 con portada de Schuiten, la obra obtuvo tal éxito de ventas que, tan sólo un año después, la mítica editorial Hetzel publicó una edición en tapa dura con una serie de ilustraciones en blanco y negro de Schuiten nuevamente. Semejante reto creativo: poner en imágenes el París futurista de 1960, tal como lo concibió Julio Verne un siglo antes, fue todo un ejercicio de ciencia ficción retro para este enorme dibujante. El resultado, editado en una tirada muy limitada, ha sido añadido ahora como epílogo de El regreso del Capitán Nemo, permitiéndonos disfrutar así de una doble sesión de sueños de acero, ciudades imposibles e imaginación en los que, mucho antes de que la torre Eiffel fuese símbolo de París, el visionario Julio Verne ya había imaginado para la Ciudad de la Luz un faro enorme de gran altura.

Completan este imprescindible nuevo tomo de Las ciudades oscuras aún más ilustraciones e incluso bocetos del atrevido proyecto en el que François Schuiten se ha aliado con el escultor Pierre Matter para idear una enorme escultura en bronce del Nautipulpo de seis metros de altura y nueve de longitud que en breve decorará la Halle Freyssinet de la ciudad de Amiens.

Entrevista con BENOIT PEETERS y FRANÇOIS SCHUITEN

Con obras como ésta, no hay nada mejor que las propias explicaciones de sus autores para entender aún mejor lo que tenemos la suerte de volver a disfrutar porque, después de más de cuatro décadas construyendo juntos el universo de Las ciudades oscuras, El regreso del Capitán Nemo ha sido una verdadera sorpresa para los seguidores y admiradores de estos autores que han escrito su legado en el mundo del cómic con letras tan mayúsculas como sus construcciones. La extensa entrevista a continuación fue publicada dentro del completísimo dossier de prensa de la editorial Casterman con motivo de la publicación del libro en Francia. Sinceramente creo, si estás leyendo estas líneas, que considerarás realmente interesante saber lo que cuentan sus autores de una obra como ésta.

El último libro publicado de Las Ciudades Oscuras, Recuerdos del eterno presente, fue publicado en 2009. ¿A qué debemos el milagro de este nuevo libro, catorce años después?

François Schuiten: Curiosamente, Todo empezó a partir del proyecto de una escultura. La ciudad de Amiens, ciudad en la que vivió Julio Verne, nos encargó a Pierre Matter y a mí, una escultura en homenaje al escritor. Representaría al Nautipulpo, un híbrido entre animal y máquina que he imaginado, mezcla de pulpo gigante y del Nautilus, el famoso submarino del Capitán Nemo en Veinte Mil leguas de Viaje Submarino. Esta escultura en bronce está siendo fabricada en la actualidad en una fundición bajo la dirección de Pierre Matter. Medirá 10 metros de largo por 7 metros de alto, y será instalada en la ciudad a principios de 2025, con motivo del 120º aniversario de la muerte de Julio Verne. Al mismo tiempo comencé a imaginar y dibujar la llegada de este Nautipulpo a Amiens.

Maqueta de la futura escultura homenaje a Julio Verne en la ciudad de Amiens.

Benoît Peeters: Un día, en casa de François, descubrí una decena de estos magníficos dibujos  del Nautipulpo. Causaron una fuerte impresión sobre mí y rápidamente nos dijimos que había que contar la historia de este “ser” fantástico y sus vínculos con el Capitán Nemo, Julio Verne y la ciudad de Amiens. Por lo tanto, el detonante de este proyecto fue la imagen. Y luego, muy rápidamente, nos dijimos que esta historia iba a estar vinculada al ciclo de Las ciudades oscuras, ya que la ciudad de Amiens aparece a menudo en el ciclo bajo el nombre de Samarobrive.

François Schuiten: Benoît y yo nos conocemos desde hace más de medio siglo y de vez en cuando, un proyecto como éste nos impone literalmente un nuevo reto. En este caso nos pareció natural  vincular este proyecto a Las ciudades oscuras.

Hay que decir que Julio Verne constituye una especie de figura tutelar de la serie…

Benoît Peeters: François y yo sin duda formamos parte de las últimas generaciones que leímos las novelas de Julio Verne cuando éramos adolescentes. Como también ocurre con otros autores  – Borges, Gracq, Winsor McCay… –, nuestra serie está llena de referencias más o menos explícitas al autor de La vuelta al mundo en ochenta días: encontramos por ejemplo el canon de Robur el Conquistador en La Fiebre de Urbicande; por otro lado uno de nuestros personajes se llama Michel Ardan como el héroe de la novela De la Tierra a La Luna y el propio Julio Verne aparecen en varias páginas de La chica inclinada. En el relato El Eco de las Ciudades, publicado hace treinta años, ya existía incluso un dibujo que representa la llegada del Capitán Nemo a Amiens.

François Schuiten: Recuerdo que cuando era niño tenía insomnio y mi madre me leía De la Tierra a la Luna. La experiencia me resultaba a la vez muy tranquilizadora, gracias a la voz de mi madre, pero tremendamente inquietante porque descubrí todo un mundo fantástico. A la mañana siguiente me sumergía en los grabados que ilustraban la novela. Me fascinaban. Más tarde, descubriendo las magníficas ediciones ilustradas de Hetzel de las obras de Julio Verne, tenía la sensación de tener una especie de objeto perfecto entre manos: preciosas y populares al mismo tiempo, con una magnífica interpretación de los grabados, suntuosas portadas, etc. Los dibujos, obviamente, me fascinaron con aquella mezcla de realismo con lo onírico, de luz y misterio. Fue una apuesta valiente en aquel momento dar semejante protagonismo a aquellos grabados. Y esa ecuación particular entre texto y dibujo era lo que queríamos recuperar con El regreso del Capitán Nemo. En estos tiempos dominados por las pantallas, creo que el libro puede proporcionar una verdadera emoción sensorial.

En 1994, ilustraste una novela póstuma de Julio Verne, París en el siglo XX

François Schuiten: En efecto, había realizado numerosos dibujos para una Edición de Lujo de la que se imprimieron muy pocas copias de esta novela de anticipación extraña y romántica. Por lo tanto decidimos volver a publicarlos en su totalidad como epílogo al relato El regreso del Capitán Nemo.

¿Por qué elegiste al personaje de Nemo entre los numerosos héroes del universo de Verne?

Benoît Peeters: Lo que nos interesó es que se trata de un personaje mítico muy apartado en la galaxia de Verne. A diferencia de muchos otros, Nemo carece del temperamento optimista de otros personajes que sí celebran el progreso científico. Él no es un constructor, sino un destructor. Su personalidad es realmente muy oscura, violenta, es casi un terrorista, que parece querer el fin de toda la humanidad. De hecho, el personaje estuvo en el centro de numerosas discusiones bastante acaloradas entre Verne y su editor Julio Hetzel. Nemo era originalmente un aristócrata polaco que odiaba a los rusos. Pero como las novelas de Verne se traducían en Rusia, su editor le pidió que cambiara su nacionalidad. Es entonces cuando Verne lo convirtió en un príncipe indio que soñaba con vengarse de los colonos ingleses, culpables a sus ojos de haber esclavizó a su pueblo. Pero atención, ¡Nemo nunca fue Gandhi! En Veinte mil leguas de viaje submarino, él diseña el Nautilus para hundir todos los barcos que se ponen a su alcance. A veces olvidamos que también será más tarde uno de los personajes principales de La Isla Misteriosa, una de las novelas más logradas de Verne. Al final de esta aventura, Nemo desaparece. Más tarde, Hetzel lamentaría que este personaje no fuese reutilizado por Verne. En el fondo, muy modestamente, es lo que hemos hecho en este libro.

François Schuiten: Lo que siempre me fascinó, fue la presencia del pulpo gigante en la novela original, en especial como amante del mundo animal y a tenor de los recientes descubrimientos sobre la inteligencia de los pulpos. Hoy  en día se habla mucho de biomorfismo, de objetos híbridos entre lo animal y lo mecánico como prolongaciones artificiales de nuestro cuerpo. Esto fue lo que me dio la idea del Nautipulpo, que me parece una ilustración perfecta de ese espíritu.

François Schuiten anunció recientemente que se iba a retirar del mundo del cómic. Hubo que encontrar una nueva forma de expresión para este Regreso del Capitán Nemo

François Schuiten: En efecto, ya no deseo realizar más cómics en sentido estricto. Tengo miedo de ceder a una forma de rutina en la que sea incapaz de sorprenderme a mí mismo, que no me genere más emociones. Desconfío de los libros que no son concebidos manteniendo una tensión vital. Creo que no es fácil envejecer para un dibujante de cómics. Realizar un álbum puede llevarte fácilmente tres años de trabajo, lo cual resulta mucho tiempo y a estas alturas ya no estoy seguro de tener energía suficiente para eso. Por eso El regreso del Capitán Nemo está formado por grandes dibujos a página completa, sin bocadillos, colocando los textos en la página izquierda. Quise redescubrir el espíritu de los grandes grabados de editores como Hetzel, Léon Benett o Édouard Riou, pero también de ilustradores americanos como Franklin Booth o Virgilio Finlay. Todos estos dibujos han sido realizados al estilo de la vieja escuela, con plumilla y trabajando sobre papel grueso de 40 × 50 centímetros. Soy capaz de rehacer cada dibujo hasta diez veces antes de encontrar la luz adecuada. Hay un cierto preciosismo en el uso de líneas y rayas que me gusta mucho. Al entrelazar así lo real y lo imaginario experimenté de nuevo emociones verdaderas.

Benoît Peeters: Dicho esto, desde el inicio de Las ciudades oscuras, hace ahora 40 años, de una manera muy reflexionada, teníamos el deseo de salirnos del estilo tradicional de cómics como Spirou y Fantasio o Blake y Mortimer. Los volúmenes de nuestra serie son todos diferentes, por su formato, por el empleo del color o del blanco y negro, hay cómics al estilo clásico pero otros son sencillamente obras ilustradas. El regreso del Capitán Nemo podría inscribirse fácilmente en estas últimas.

Pero todavía hacía falta entremezclar la historia del Nautipulpo y de Nemo con Las ciudades oscuras

Benoît Peeters: Partimos de los mapas y de la geografía, como tanto le gustaba hacer a Julio Verne. El Nautipulpo  hace un largo viaje hasta a través de las tierras de Las Ciudades – acantilados de Tirus, Lac Vert, Brüsel… –, antes de llegar a Samarobrive-Amiens. Al mismo tiempo, el Capitán Nemo parece también sentirse atraído irremediablemente como un imán hacia Amiens. Gradualmente, pasamos así del imaginario más puro al realismo urbano. François y yo pasamos de hecho varios días en Amiens buscando ser lo más fieles posible al lugar.

François Schuiten: Conozco bien la casa de Julio Verne en Amiens, en particular por haber creado un gran esfera celeste en lo alto de su torre. Recuerdo mi primera visita allí y el descubrimiento de la diminuta habitación, al final de la casa, en la que Verne escribió muchas de sus obras maestras. Me senté en su pequeño escritorio, lo cual resultó muy conmovedor, porque yo estaba en el corazón de su espacio creativo. Descubrí de paso que, desde allí tenía una visión directa de los trenes que pasaban por Amiens. Durante todo el día, aquellas magníficas locomotoras llevaban todo su imaginario de viaje.

Julio Verne se presenta a menudo como uno de los padres de la estética retrofuturista steampunk, que también encontramos a menudo en Las ciudades oscuras

François Schuiten: Sí ​​y no. El steampunk tiene tendencia a imaginar locomotoras que vuelan, por ejemplo. Y eso no es realmente lo mío. De Verne, posiblemente tampoco. Porque siempre hubo en él una preocupación por la veracidad científica. Estuvo siempre rodeado de publicaciones que analizaba y aprendía antes de escribir sus novelas. En Las ciudades oscuras siempre hemos querido mezclar también imaginación con rigor científico: cuando introducimos fórmulas matemáticas, Benoît y yo nos aseguramos siempre de que sean rigurosas. En esto, nuestro enfoque está profundamente influenciado por Verne.

Benoît Peeters: Lo que sí nos puede acercar al steampunk es el gusto por cierto mundo industrial del siglo XIX con sus enormes maquinarias, sus locomotoras, sus engranajes, etc. Además, la manera en que François dibujó la estación de metro “Arts et Métiers”, en París, se encuadra enteramente en esta estética, con estos remaches, estos ojos de buey, etc. Tenemos la impresión de que estamos dentro del Nautilus. El gusto de François por los trenes, los aerostatos, las máquinas industriales, siempre ha sido la manifestación de su lado “verniano”.

¿Será este álbum el último de Las ciudades oscuras?

Benoît Peeters: Con la publicación hace unos años de los cuatro integrales de la serie, podríamos haber imaginado que el ciclo estaba cerrado. François y yo no somos el Boileau-Narcejac de los cómics: tenemos nuestras obras comunes, pero también cada uno de nosotros tiene sus propios proyectos. Sólo trabajamos juntos cuando tenemos una idea que de verdad nos entusiasme a los dos. Nunca hemos tenido un plan preestablecido. ¿Quién sabe qué nos depara el futuro?

SOBRE LOS AUTORES

Fotografía de © Isabelle Franciosa.

BENOIT PEETERS

Nació en París el 28 de agosto de 1956. Su primera novela, Omnibus, fue publicado por Editions de Minuit en 1976. Desde entonces, Benoît Peeters ha multiplicado y dividido su trabajo en las áreas de guionista, crítico, editor y diseñador de exposiciones. Pasa su infancia en Bruselas y durante 3 años es compañero de pupitre de François Schuiten, logrando una larga complicidad con el dibujante que le permitió construir con él el ciclo de Las ciudades oscuras. Quince álbumes han sido publicados hasta la fecha, ganando la seire numerosos premios y habiendo sido traducida la obra en todo el mundo. Apasionado por la historia bajo todas sus formas, Benoît Peeters colaboró ​​con otros dibujantes (como Aurélia Aurita y Frédéric Boilet), una fotógrafa (Marie-Françoise Plissart) y el cineasta Raúl Ruíz. Especialista en Hergé, ha publicado tres obras que se han convertido en clásicos: El Monde de Hergé, Hergé hijo de Tintin y Leer Tintin, las joyas encantadas. Teórico y crítico con intereses eclécticos, es autor de numerosos ensayos sobre cómics, guiones y escritura, pero también ha colaborado con Paul Valéry, Raoul Ruiz, Jiró Taniguchi y Chris Ware. Publicó con las ediciones Flammarion la primera biografía del filósofo Jacques Derrida, así como la del psicoanalista Sándor Ferenczi. En 2022-2023 fue elegido presidente anual de Creación Artística del Collège de France y así logró el ingreso del Noveno Arte en esta prestigiosa institución.

Fotografía de © Rie Ishi – BELGAIMAGE

FRANÇOIS SCHUITEN

Nacido en Bruselas el 13 de abril de 1956, Schuiten se sintió fascinado por la arquitectura desde muy joven –su padre fue arquitecto, lo mismo que su hermana, y su hermano Luc, quien le ha asistido en algunas de sus historietas- si bien nunca llegó a estudiarla. Tras aprender las bases del cómic en el Institut Saint-Luc de la capital belga, en 1973 publica su primera obra, Mutation, para la edición belga de PiloteEn 1977 entra en las páginas de Metal Hurlant realizando junto con su hermano Luc el ciclo de historias cortas reagrupado en tres álbumes bajo el título común de Las tierras huecas, donde ya se percibe su talento para crear arquitecturas fantásticas cuyo protagonismo se entremezcla con el de los personajes que las pueblan. En 1978 participa en tres volúmenes realizados por el colectivo Le Neuvième Rêve, formado por estudiantes de Saint-Luc, bajo la supervisión de su profesor Claude RenardEn colaboración con este último lanza en 1980 Aux médianes des Cymbiola, seguido en 1981 de RailEn 1982, con guiones de Benoît Peeters, inicia la saga de Las ciudades oscuras, que ha llegado hasta la fecha a los ocho álbumes. Su labor se ha extendido más allá de los cómics, habiendo colaborado en el campo cinematográfico en la concepción gráfica de las películas Gwendolyne (Just Jaeckin, 1984) y Taxandria (Raoul Servais, 1998), además de ser el co-creador de una serie televisiva en animación 3D, Les Quarx. Asimismo, ha elaborado escenarios para varios espectáculos teatrales, ha diseñado el Pavillion de l’Utopie para la Expo 2002 de Hannover y se ha encargado de la decoración de sendas estaciones de metro en París y en Bruselas. Su obra como ilustrador ha sido recogida en el libro de arte El libro de Schuiten.

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