Todo artista que se precie de serlo reconoce siempre, no sólo sus influencias o el momento en el que otro artista hizo que algo resonase en su cerebro o en sus manos hasta el punto de llevarle a dedicarse a lo mismo. La mayor genialidad parte de reconocer que en el arte, en el dibujo y, también en el cómic, a veces son otros autores los que provocan la propia inspiración. La interrelación entre arte, literatura, cómic o cine es tan evidente como necesaria y antigua. Y ante gigantes de la literatura universal pocos artistas o dibujantes de cómic se han resistido a dar su propia visión. Hoy hablamos de un personaje y una obra que seguirá viviendo nuevas versiones mientras existan seres humanos. Hablamos del Don Quijote de Miguel de Cervantes. Adaptado al cine, a la televisión, a los dibujos animados y a toda posibilidad de representación imaginable, sus ediciones ilustradas a lo largo de siglos han sido tantas como variadas sus versiones en cómic. No hace muchos meses Norma Editorial, artífice del libro que os recomendamos aquí y ahora, ya recuperó la versión que el mismísimo Will Eisner realizó del legendario personaje en una edición memorable y tan de referencia como cada trazo firmado por Eisner. Aunque este Don Quijote de la Mancha que nos presentan Paul y Gaëtan Brizzi no se queda a la zaga y nos hace recuperar en todo su esplendor lo mejor de una historia en la que cualquier época encuentra su reflejo a través de las metáforas que Cervantes ideó hace tantos años.

Los hermanos Brizzi se labraron su reconocimiento como genios creadores de universos dibujados hace décadas. Profesionales curtidos en el mundo de la animación, sus continuos éxitos como Fracture, corto ganador de varios premios en festivales europeos de animación, su colaboración en los estudios Disney o el largometraje Astérix y la sorpresa del César les llevaron a crear su propio estudio de animación, que dirigieron hasta 1984. Ya antes, pero a partir de ese momento mucho más, ambos hermanos llevaron al papel y al mundo del cómic todo lo aprendido para el celuloide con resultados extraordinarios: desde colaboraciones con el mundo de los Transformers en viñetas hasta su Mata Hari publicado en Métal Hurlant en la década de los 2000, llegaron al Noveno Arte para quedarse, disfrutar y hacernos disfrutar aún más a los lectores. Apasionados de la literatura clásica, adaptaron el Infierno de Dante y cuentos de Edgar Allan Poe antes de afrontar a finales de 2023 este ambicioso Don Quijote de la Mancha a través de la técnica más básica y a la vez la que mejor define la maestría de un verdadero dibujante: donde todo empieza, en el lápiz. En una entrevista promocional a ambos hermanos durante el lanzamiento del libro en Francia, Gaëtan afirmaba “nuestros álbumes, de hecho, son todo papel y lápiz. ¿Sabes? Paul y yo, somos de la vieja escuela, como suele decirse”.

Después de adaptar complicados clásicos de la literatura que, en muchas ocasiones han vivido ediciones ilustradas pero pocas o ninguna vez adaptaciones a formato cómic, desde Ariosto al mencionado Dante, pasando por Boris Vian, el dúo de creadores recuperó con Don Quijote de la Mancha un proyecto que, curiosamente, nació durante sus años de trabajo en la industria de la animación con los todopoderosos estudios Disney. En palabras de Gaëtan: “A decir verdad, es un proyecto de adaptación que ya queríamos hacer realidad cuando trabajábamos en Disney. Durante más de 10 años, trabajamos para Disney en Los Ángeles. Les habíamos presentado este proyecto. Estábamos trabajando en una adaptación bastante audaz en la que habíamos imaginado a un psiquiatra, una especie de Freud, que quería tratar, en su siglo XVII, a Don Quijote, un personaje que vivía en el pasado. Trabajamos en el proyecto durante mucho tiempo hasta el día en que el CEO de Disney en ese momento sintió que teníamos que detener esta producción. Porque un anciano no podía convertirse en un héroe con el que los niños se identificaran. En Disney, los dibujos animados son iguales al cine para la familia y para los niños. Nuestro proyecto no fue considerado comercial. Estábamos un poco frustrados por este episodio”.

Toda una lástima no poder ver nunca esa versión, ni siquiera en esta versión en cómic porque, como añade Gaëtan: “cuando trabajas para Disney, todo lo que dibujas les pertenece, pero también los derechos morales. No podemos reutilizar nuestro guion. Pero como la obra es de dominio público, nos hemos mantenido fieles a Cervantes. Hemos considerado esta historia de manera diferente, incluso gráficamente”. Y lo cierto es que, por mucho que pensasen los norteamericanos, los Brizzi son capaces hasta de reinventar la forma de llevarnos a una historia tantas veces contada que, incluso si nunca leíste la obra original de Cervantes, reconoces en cada desventura del noble hidalgo Alonso Quijano, teóricamente enloquecido (o quizás el único cuerdo en este mundo de locos) por su lectura excesivamente apasionada de los libros de caballería que pueblan su biblioteca en ese lugar de la Mancha del cual hoy todos nos acordamos. A todo eso nos lleva el casual encuentro entre el honesto cura que trató de apartar a Don Quijote de su camino a la perdición junto a los posaderos que le alojaron en la famosa venta en la que el noble hidalgo confundió los odres de vino con enemigos.

“Nuestra adaptación ha consistido en ponernos en sintonía con Cervantes, contando esta historia de la misma manera caricaturesca”, comentan los autores, que a lo largo del proceso fueron identificándose cada vez más con el personaje. “En efecto, en la novela la exuberancia y la farsa son protagonistas. El celebérrimo escritor no muestra ninguna piedad por su personaje y le hace morder el polvo más de la cuenta. Uno ríe, cierto, pero confesamos que la lectura nos provoca cierto embarazo por lo que respecta al viejo”. Fieles a la historia original, aunque adaptando, seleccionando y, sobre todo acortando los textos para hacerlos más accesibles al lector contemporáneo, los Brizzi explican este como “un proceso complejo. Para este libro, como para El Infierno de Dante, desde el momento en que abordas textos muy sustanciales, de miles de páginas, es obvio que no vamos a poder tratar todo. Por supuesto, releemos la obra original, y entonces nuestro proceso es el siguiente: después de la lectura, mi hermano y yo la discutimos, hacemos un resumen en nuestro idioma, de una manera un tanto telegráfica. Después de eso, cortamos redundancias, eliminamos, nos decimos a nosotros mismos que si decimos esto de una manera, no tiene sentido decirlo de otra. Hay que simplificar, pensar siempre en la globalidad, en la fluidez de la historia”.

Pero incluso más que la historia resumida, Paul y Gaëtan Brizzi nos convencen con un despliegue gráfico repleto de virtuosismo ante cuyas páginas nos quedamos embelesados, sin poder resistir la tentación de comparar algunas de sus planchas a página completa con los mejores grabados que, por poner un ejemplo Gustave Doré dedicó también al personaje de Cervantes en una de sus ediciones ilustradas. Gaëtan reconoce abiertamente: “al igual que la pintura, el cine es una fuente de influencia. Tenemos formación en cineastas, pero nuestros maestros nos llevan de vuelta al cine mudo: Murnau, el expresionismo alemán de Fritz Lang. Luego, más tarde, el cine negro. El denominador común de estas películas es la luz, la fotografía de alto contraste, la dramatización de las cosas. Pero la pintura y el dibujo también nos inspiran. Nuestro maestro, lo vemos, lo reconocemos muy claramente, especialmente en El Infierno de Dante, es Gustave Doré. Lo entendía todo. No voy a criticar a Gustave, lo amo… pero nos diferenciamos de Doré -sin llegar a su nivel- en la forma en que se trata a estos personajes. Él lo hace de una manera que tal vez sea un poco demasiado pasiva cuando nosotros, especialmente Paul, tratamos de aportar más expresividad. A veces, rayando en los dibujos animados, porque estamos en la caricatura. Porque Cervantes también está ahí”.

Y efectivamente, por encima del hieratismo del mundo de la ilustración, los Brizzi juegan sus cartas como antiguos profesionales de la animación para dotar a sus personajes, a los paisajes y a cada secundario en escena de una vitalidad que nos conduce sin pausa, en un espectacular libro de agradecido gran formato (cartoné de 24×33,5 cm.) donde amena lectura y entretenimiento van de la mano. “Por lo que respecta al estilo -explican los autores-, el trazo se ha liberado un tanto. Hemos dibujado nuestras planchas con más espontaneidad, más libertad, diríamos, menos realismo en la apariencia de nuestros personajes que, nuevamente, debían ser caricaturescos en consonancia con el tono de la historia. Don Quijote no es serio, porque Cervantes tampoco lo es. Se divierte con su personaje. Nosotros también nos hemos divertido”.

“Hicimos muchos guiones gráficos en animación -añade Gaëtan–, con múltiples poses e imágenes para entender el movimiento. Mantuvimos esta forma de hacer las cosas para el cómic para que el lector sienta que la secuencia realmente conmueve. En el caso de la flagelación por parte de los comerciantes, por ejemplo, donde otros dibujante resolvería la situación con dos o tres imágenes, nosotros hacemos diez. Queremos llevar a nuestro lector de la mano y nunca soltarlo. Es un placer, es un poco el nicho que nos hemos creado en el mundo de los cómics, donde hay tantos libros que van a salir. Sin olvidarnos de mantenernos a nivel de dibujo. En particular a través de estas páginas completas, sangrado completo, de modo que son como pinturas en las que la imagen es suficiente por sí sola”.

Una de las mayores maravillas de esta versión de Don Quijote de la Mancha de los hermanos Brizzi es comprobar la importancia que otorgan a todo aquello que el ingenioso hidalgo teóricamente sólo ve en su imaginación sin que tenga nada que ver con el mundo real. La forma de diferenciarlo del mero relato de todas sus desventuras en las que casi siempre termina apaleado, es ilustrar con lápices de colores todos esos momentos: su visión de Dulcinea, su encuentro con esos molinos a los que él considera gigantes. El espectáculo visual nuevamente nos gana a lo largo de una versión imprescindible del clásico de Cervantes a la vez que obra mayúscula e imprescindible por si sola. Sin duda un tremendo trabajo añadido al método que Gaëtan explica: “los dos trabajamos la adaptación escrita, el guion, juntos, hasta la ejecución de las páginas finales. Paul hace los personajes, yo hago los decorados. Siempre hemos tenido nuestra pequeña receta de trabajo. En el caso de Don Quijote, por ejemplo, los molinos de viento son híbridos, mezclando elemento de la ambientación y elemento de personajes. Es más como un paisaje y mi misión fue hacer las moles, le di forma a las cabezas que Paul personificaría”.

SOBRE LOS AUTORES

PAUL Y GAËTAN BRIZZI
Los hermanos gemelos Paul y Gaëtan Brizzi nacieron en una familia italiana en 1951 y se criaron en París, donde estudiaron en la Escuela Nacional Superior de Artes Decorativas. Unieron sus pasiones por las Bellas Artes y el cine cuando decidieron convertirse en directores de animación. En 1974, su primer corto Un fue aclamado por la crítica y percibido como una revelación del género por la prensa. Ganadores del prestigioso «Prix De Rome» del Ministerio de Cultura francés en 1976, fueron invitados a residir en Roma durante dos años en la Villa Médicis para dirigir su segundo corto Fracture, ganador de varios premios en festivales europeos de animación.
Su tercer cortometraje fue nominado a un César francés. Paul y Gaetan fundaron entonces su propio estudio de producción de animación, que dirigieron hasta 1984, mientras seguían dedicándose a su arte personal. La reputación de Paul y Gaetan animó a Roman Polanski a ponerse en contacto con ellos para dibujar los storyboards de su película Piratas. A continuación, los gemelos dirigieron su primer largometraje, Asterix et la surprise de Cesar, una adaptación del entrañable cómic francés de Uderzo. En 1986, lanzaron Brizzi Films y produjeron programas de animación para televisión. El Ministerio de Cultura francés los condecoró con el título de Chevaliers de l’ordre des Arts et des Lettres. En 2001, Paul y Gaetan dejaron los grandes estudios para concentrarse en sus proyectos personales y en sus pinturas. Decidieron dar un nuevo rumbo a su imaginación ilustrando una gran obra literaria de proporciones épicas, Orlando Furioso de Ariosto. En 2016, su pasión por el arte del dibujo les empuja a realizar nuevas ilustraciones para Daniel Maghen. Legends. Otras novelas gráficas suyas son L’Enfer De Dante (2023), Les Contes Drolatiques (2021), L’Écume Des Jours (2020), Autumn In Peking (2017), La Cavale Du Dr Destouches (2015) y su Don Quijote de la Mancha, publicado en España por NORMA Editorial.