La percepción de una obra de arte, de cualquier clase, depende tanto del creador que tuvo la idea como del espectador que la contempla y cómo lo hace. Lo que hoy en cualquier circunstancia puede parecernos otra historia más, si compartimos algo de ella, si algo de nuestra propia vida se refleja en ese cuadro, ese libro o estas viñetas que hoy venimos a recomendarte, créeme, tu lectura cambia completamente. Claire Fauvel, conocida en España por obras como La guerra de Catherine y La noche es mi reino, no duda ni un segundo en afirmar: “cuando hago un cómic, tengo tres objetivos. Hacer algo que me guste, con temas que me conmuevan. Imagino qué gustaría al lector, pensando en el lector que soy. También pienso en algo que le pueda gustar a todo el mundo, a la gente que es diferente a mí. Es complicado, pero el cómic perfecto tiene que ser honesto con nosotros mismos y gustar a los demás”. Y la verdad es que por mil razones, vas a encontrar una parte de ti en esta sorprendente Luz negra, una magnifica novela gráfica europea a más no poder, prodigiosamente escrita y dibujada a cuatro manos por Claire Fauvel y Thomas Gilbert, dos verdaderos portentos de la creación, ambos dibujantes y guionistas, que heredan y ponen en práctica lo mejor del mejor cómic francés de los últimos años, tanto a nivel visual como a la hora de contar una historia que nos envuelve de lugares comunes. La pandemia y sus efectos en la gente, la Francia actual, crepitante nido de protestas como consecuencia de conflictos sociales muy graves que nos recuerdan todo lo que ahora es incluso peor antes de que el mundo se parase casi del todo: las migraciones masivas, los conflictos raciales que son noticia en realidad en toda Europa, la irreversible crisis climática y sus efectos sobre todo y todos…
Pero incluso en el día más gris siempre hay sitio para la esperanza, por cruda que sea la historia que nos lo recuerda. Luz negra está protagonizada por Ava Klein, una estrella de la danza de origen iraní que ha logrado un merecido reconocimiento a su forma diferente y actual de afrontar un mundo, abocado como todos los de la creación artística, a repetirse si no se lucha por cambiarlo. En el momento en que entramos a Luz negra, Ava se encuentra en el descanso posterior a la tormenta del éxito rotundo de su obra Fiera, encadenado con el de su siguiente trabajo, Gloria mundi, con la que ha girado todo un año por toda Francia, recolectando aplausos y premios después de cosechar provocación y originalidad. Sin embargo, como en toda la vida de cualquier artista, el paso siguiente la paraliza, le hace dudar y se siente vacía de nuevas ideas que puedan superar todo lo hecho y logrado hasta ese momento. “Por mi parte, no creo poder renovarme. Y no quiero hacer obras estériles, solo por el acto de crear”, se repite a si misma Ava. Pero como para esos momentos están las amigas, una de sus más íntimas, Suzanne, la invita y sorprende con un viaje relámpago desde París a Bruselas, donde acuden a las representaciones de fin de curso de la misma escuela en la que Suzanne dio sus primeros pasos también como bailarina.
Y allí, reconociendo el talento, esfuerzo y visión de toda una nueva generación de bailarinas y bailarines que van a lanzarse al mundo con su ilusión plena, Ava descubre a Ian, un joven portento rubio que en apenas unos movimientos despierta el alma y el cuerpo de Ava: “…no tenía expectativas y… ante mis ojos… se produce un pequeño milagro. Ahí está la pasión que quería sentir. La potencia desvelada. Ahí están los errores que vuelven perfecto el conjunto. Ahí está la belleza”. Ava no puede dejar escapar la oportunidad. Y aunque Ian prácticamente huye terminadas las representaciones, ésta le persigue hasta conseguir la seguridad de que al día siguiente podrán verse de nuevo. en ese momento su instinto ya le dice que ha encontrado la fuente de lo que tenga que llegar, aunque ni siquiera tenga forma en ese instante. De modo que, sin ninguna idea en la cabeza, la respetada y conocida coreógrafa se lanza y le ofrece a Ian irse a Paris para ser el bailarín de su próximo proyecto, incluso cuando lo que es más fuerte y obvio es lo mucho que Ava desea a Ian, por encima incluso de su propia madurez y profesionalidad. La cuestión es que, sin obra ni proyecto en realidad, Ava trata de encontrar su nueva idea recreándose en un baile, todavía hacia ninguna parte, con Ian. Hasta que una noticia que toca de cerca a Ava le hace retroceder en el tiempo a sus recuerdos de cuando viajaba a Teherán a visitar a su entrañable abuela, quien le leía todo tipo de cuentos infantiles. Aunque el que más marcó a Ava fue el que su abuela nunca pudo leerle, por no ser para niños, aunque ella aún recordaba a la perfección “la belleza estremecedora del héroe”.
Dividido en actos, el primero está dedicado a Ava y su búsqueda de inspiración, mientras que en el segundo, titulado “Ian”, Thomas Gilbert y Claire Fauvel se permiten la libertad creativa de ofrecernos la misma historia desde los ojos del joven idealista que sería capaz de dejar de lado su prometedora carrera como bailarín por su fe ciega en la importancia de luchar de forma directa por tratar de cambiar el mundo y las cosas. Y llegado el tercer acto, “El monstruo”, los autores nos deslumbran aún más, introduciendo en la creciente historia de amor obsesivo entre los protagonistas el relato en viñetas que será el hilo de la obra de Ava. Bajo el título de “Un corazón puro”, cambia el fondo de las páginas y asistimos a la deslumbrante lectura de un cuento en el cuento donde el color se hace incluso más intenso narrando la historia de Método, un curandero que “curaba los cuerpos y las almas. Su ciencia se aplicaba tanto a los hombres como a los animales y a las plantas”. Vencedor ante los demonios que trataban de arrastrar la oscuridad a su mundo, éstos le recuerdan que “un día, haremos que pierdas tu orgullo”… Cuarto acto (“Colapso”) y quinto acto (“Luz negra”), nos despiertan del idilio incluso cuando Ava ya sabe qué quiere contar, y enfrentan a la intensa pareja a afrontar las realidades que no sólo nos rodean, sino que son capaces de transformarnos y hacernos perder incluso quienes somos. Con una intensidad creciente y un desenlace sorprendente, hay momentos en que llegas a pasar las páginas conteniendo la respiración. Porque Ava e Ian se mueven desde estas páginas pero en los violentos reflejos de nuestro mundo real: el cierre de fronteras, las manifestaciones continuadas, la violencia desatada y ya normalizada cada día… y aún así, cuando lo obvio sería rendirse, ambos se mantienen firmes en sus convicciones. Hasta el final.
Luz negra es una lectura ideal para todo aficionado a las nuevas voces del cómic europeo capaces de sacar historias inolvidables de los rincones de nuestra realidad: Bastien Vivès, Michaël Sanlaville, Merwan, Mulot, Audrey Spiry, Valentine Cuny-Le Callet, Ruppert… Herederos todos de la maravilla creativa que supusieron L’Association y su forma de entender y contar de nuevo en viñetas, Thomas Gilbert y Claire Fauvel se muestran en esta obra conjunta expertos orfebres de una obra inteligente, real, que te llega y no te deja indiferente. Brillante a nivel de un guión sólido, la aportación gráfica de ambos artistas es completamente excepcional: detallistas ambos sin perder la sencillez en la expresividad de la línea clara y los colores perfectos, este libro es una obra imprescindible para cualquier amante de otra obra que fue capaz de transmitir tanto a través de los movimientos de la danza como fue Polina. Un libro que te resultará imposible leer solo una vez.
SOBRE LA AUTORA Y EL AUTOR
CLAIRE FAUVEL
Claire Fauvel estudió ilustración en la escuela Estienne y cine de animación en la École des Gobelins de París. Después de haber trabajado en animación infantil, se lanzó al mundo del cómic para poder contar sus propias historias. Fauvel es, además, ilustradora de álbumes infantiles. Entre sus obras destacan La guerra de Catherine, cómic ganador del premio Fauve d’Angoulême-Prix Jeunesse en 2018 así como el Premio Artemisia de ficción histórica. Tanto esta como La noche es mi reino, han sido editadas ambas por Astronave; mientras que Luz negra, su nueva obra junto a Thomas Gilbert, ha sido publicada por Norma Editorial.
THOMAS GILBERT
Thomas Gilbert nació en 1983 y pasó un año estudiando Bellas Artes en París y tres más en el Instituto Saint-Luc de Bruselas, especializándose en cómic, antes de iniciar su carrera como autor con dos series, Oklahoma Boy y la serie de fantasía heroica de larga duración Bjorn le Morphir. Sus principales influencias procedían de L’Association, que le enseñó la importancia de la perspectiva del autor a la hora de desarrollar una narración. En los años posteriores, Gilbert ha hecho libros para niños (como Nórdicos) y otras obras más sesgadas hacia los adultos, como Sauvageou la sagesse des pierres, con Vide Cocagne. En 2018, Gilbert completó Les Filles de Salem, sumergiéndose a sí mismo y al lector en el opresivo mundo de Salem, en la Nueva Inglaterra del siglo XVII. Luz negra, junto a Claire Fauvel, es su última obra.
