Entrevista con Carlos de Gregorio, coordinador de la colección Fuera Borda de Dolmen Editorial.

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La década de los 80 del pasado siglo XX marcó profundamente a generaciones amantes de casi toda manifestación cultural. Cine, literatura y tebeos vivieron una época creativa de la que todavía hoy en día viven aficionados, autores e industria cultutral. Y sí, fueron años en los que en los quioscos de prensa se encontraban todas las novedades imaginables de tebeos. Y también revistas que no sólo hablaban de cómics, sino que incluían en sus páginas a los autores que hoy son todavía considerados maestros. En esa nostálgica historia fue cuando la editorial Sarpe, que ya había lanzado una revista femenina como Jana, se atrevió a editar una orientada al público infantil-juvenil recopilando infinidad de personajes del cómic franco-belga, además de alguna tira de prensa norteamericana. Fue en 1984 y el nombre de la publicación Fuera Borda. El experimento sólo duró hasta 1985. El resultado, 50 números en grapa de unas 32 páginas que, sin embargo y por suerte, marcaron a lectores especialmente amantes del cómic europeo. Tanto fue así que, otorgándonos un final feliz a esta breve historia, uno de aquellos lectores decidió dedicar su vida a editar libros y tebeos creando un proyecto tan sólido y variado como Dolmen Editorial. Y en 2013 esa recordada cabecera volvió a brillar dando nombre en esta ocasión a una magnífica colección que cualquier aficionado al cómic franco-belga conoce, admira y sigue a la espera siempre de reediciones de los tebeos que marcaron nuestra niñez.

Para celebrar, recordar y seguir difundiendo una labor tan loable, Carlos de Gregorio, coordinador de la línea Fuera Borda, se ofreció amablemente a responder a nuestras preguntas, ofreciéndonos información, curiosidades y datos que seguro quienes siguen la colección no conocían:

Lo que se inició como una gran noticia con la recuperación de las aventuras de unos personajes tan queridos como Johan y Pirluit de Peyo va a cumplir la friolera de diez años este 2023 con más de cien títulos a las espaldas. ¿Cuál es el mayor logro de la colección Fuera Borda? ¿Haber recuperado para el mercado español tantas joyas imposibles de conseguir o demostrar con su continuidad la vigencia real del cómic europeo?

Creo que la colección Fuera Borda ha marcado un hito en la publicación de este tipo de cómic en España. Pocas veces se había llegado a recuperar tanto material europeo clásico y de calidad en tan poco tiempo, y además en ediciones cuidadas que seguirán siendo de referencia dentro de muchos años. Dolmen ha puesto a disposición del lector series que o bien estaban descatalogadas o se habían editado de forma muy incompleta o, en algunos casos, permanecían inéditas en nuestro país. Y se ha demostrado que era falsa la extendida creencia de que estos clásicos del cómic europeo no tenían cabida en nuestro mercado porque no había suficientes lectores dispuestos a adquirirlos.

Entre sus muchas aportaciones editoriales (libros, revistas, manuales de dibujo), Dolmen siempre ha apostado por viñetas de todos los continentes. ¿Cómo surgió y de quién fue la idea de recuperar en concreto a estos autores y títulos?

Vicente García, editor y fundador de Dolmen, es un auténtico apasionado del cómic que, en lugar de renegar de los tebeos con los que disfrutó desde pequeño o considerarlos como obras menores, ha sido capaz de apreciar sus valores, ha escogido las mejores series y ha decidido hacer lo posible para que no caigan en el olvido. Y entre ellos estaban los clásicos europeos que incluía Bruguera en muchos de sus tebeos, como el Zipi y Zape Especial, y por supuesto los incluidos en revistas como Strong, Spirou Ardilla oFuera Borda, cuyo título se escogió para la colección.

Vicente está siempre abierto a las sugerencias que le damos los colaboradores cercanos, aunque evidentemente tiene que tener en cuenta también su viabilidad comercial, y ahí entra en juego su olfato como editor. Algunas apuestas han sido arriesgadas, y no todas han tenido el mismo éxito, pero ha demostrado estar dispuesto a arriesgar cuando cree de verdad en la calidad de una obra.

Incluidos los integrales de Johan y Pirluit, muchos de los siguientes títulos editados son personajes firmados por nombres y personajes igual de ilustres que el de Peyo, como Franquin. Conociendo el mundo editorial y la venta de derechos, ¿nunca hubo problemas para hacerse con los derechos de los títulos que se barajaban para formar parte de la Colección, porque hay otras editoriales que también editan mucho cómic europeo e igualmente en formato integral?

Sí, claro, y de hecho hay series que le habría gustado editar a Dolmen, pero no siempre ha sido posible conseguir los derechos. Hay unos cuantos cómics que encajarían bien en la colección Fuera Borda pero están en manos de otras editoriales, y también hay series que aún no han podido recuperarse por problemas en la negociación de los derechos con los autores o, sobre todo, con sus herederos (aunque Vicente no es de los que se rinden fácilmente).

Como asesor editorial desde el inicio de esta aventura, ¿cómo se planteó hacer de los volúmenes de la Colección algo que no sólo fuese un digno homenaje a los libros originales sino que aportase algo más?

Cuando estaba en preparación el primer volumen de Johan y Pirluit, Vicente García se empeñó en ofrecer a los lectores la mejor edición posible, y se abrió a la colaboración de quien pudiera aportar materiales inéditos o poco conocidos que enriqueciesen la obra. ¡Y eso que ya existía una edición integral en francés con extras con los que podría haberse conformado! Así fue como yo entré en contacto con él, sin conocerle previamente, y nuestra colaboración se ha mantenido hasta hoy. Por supuesto, en las siguientes colecciones no quisimos rebajar el nivel conseguido, de tal modo que los extras ya son un valor añadido de la colección y no pueden faltar en ningún volumen.

Al hilo de la pregunta anterior, no hay tomo que no incluya su apartado de extras verdaderamente ilustrativo. Toda esa valiosa información y material gráfico, ¿proviene directamente de las ediciones compradas en Francia o Bélgica o se reelabora siempre desde la editorial como sabemos que es el caso?

Algunas series ya se habían publicado en ediciones integrales en el mercado francobelga, y obviamente hemos aprovechado los materiales que estaban elaborados, como es el caso de Los Hombrecitos o Modesto y Pompón. No obstante, casi nunca nos hemos limitado a una simple reproducción de estos materiales, sino que hemos tratado de aportar algo más al lector cuando hemos visto que era posible añadir algo interesante. También hemos mejorado la calidad de reproducción de algunas imágenes o incluso de historietas completas, como algunas cortas de Los Hombrecitos que en el integral francés partían de escaneados de baja calidad. Solo ha habido una colección hasta ahora (Tif y Tondu) en la que se nos ha exigido ser fieles al contenido de los tomos originales, sin quitar ni añadir absolutamente nada, aunque al menos han permitido hacer cambios en la maquetación para adaptarla al formato de la colección Fuera Borda. Y también está el caso de Bill y Bolita, que, al tratarse de una coedición con Dupuis publicada al mismo tiempo que la edición en francés, ha tenido que atenerse no solo a los contenidos sino a la maquetación y diseño impuestos por la editorial belga (en este caso no hemos perdido nada porque el integral original es excelente en todos los aspectos).

En otras muchas colecciones no existían materiales que pudiéramos aprovechar y hemos tenido que elaborarlos partiendo de cero (Quena y el Sacramús, Alí Beber, Pumby, Papyrus, Merlín, etc.). Finalmente, hay colecciones como Casacas Azules en las que disponíamos de materiales que solo servían para acompañar a algunos álbumes: el integral en francés de esta serie solo abarca los dos tomos dibujados por Salvérius, aunque se publicó también una colección (Les Tuniques Bleues présentent) que reunía dos álbumes de similar temática en cada volumen, y que incluía interesantes extras complementarios. Lamentablemente, esta colección solo recoge un número limitado de álbumes, por lo que hemos tenido que elaborar por nuestra cuenta otros muchos materiales para el resto de los volúmenes.

Supongo que, para la mayoría de aficionados (entre los que me incluyo) a todo lo que ha editado Dolmen, me sorprendió especialmente cuando se anunció que los cómics de Bermudillo pasaban a formar parte de la colección. Personalmente descubrir al personaje en los especiales de revistas de Bruguera de los 80 me dejó enganchado a un personaje que, mal editado y poco aprovechado su potencial en aquella década, después resultó imposible de encontrar, dado que no fue un personaje, pese a la línea de dibujo, que triunfase por ejemplo en Francia, donde hoy en día los libros de Dolmen en castellano son los únicos que se pueden encontrar y comprar. ¿Cómo fue la experiencia de conseguir publicar a un personaje tan querido por los amantes del cómic europeo? ¿Se recurrió en este caso a la editorial original holandesa?

Efectivamente, esta recuperación ha sido especialmente gratificante para los que conocíamos esta serie pero no podíamos acceder a ella en un idioma relativamente cercano como el francés. Afortunadamente, la edición de Dolmen ha coincidido con una magnífica restauración realizada en los Países Bajos cuyos materiales han podido utilizarse, y el resultado es visualmente espectacular.

Otra serie neerlandesa con la que personalmente me ha alegrado reencontrarme ha sido Superagente 327, que era mi serie preferida de las que se publicaron en la revista Fuera Borda de Sarpe, y que no había podido volver a leer desde entonces en ningún idioma accesible para mí.

Son muchas más las cabeceras, títulos, personajes y gratas sorpresas que han seguido después… ¿a quién deberían agradecer los lectores que al fin se editase Papyrus en castellano y en integrales, del mismo modo que todas las historias de un personaje como el Pumby de José Sanchis Grau?

Vicente García asume las decisiones finales en cuanto a los títulos que publica Dolmen en la revista Fuera Borda, aunque suele comentarlas antes con las personas cercanas, entre las que tengo la suerte de encontrarme. Obviamente, cuando supe que Papyrus estaba entre las series candidatas, me pareció una muy buena idea, porque es otra de las series que me fascinaron desde que la descubrí en la revista Spirou ardilla.

Con Pumby tuvimos la suerte de contar con el gran experto Antonio Busquets, que se lo sabe todo de este personaje y se encargó personalmente de seleccionar lo mejor de la serie y de elaborar unos magníficos extras, por no hablar de la estupenda restauración realizada por Azahara Carreras, en la que, a falta de originales, se tuvo que partir de páginas escaneadas de revistas originales, gracias a la colaboración de un gran coleccionista y apasionado de esta serie, Javier Torres.

¿Hay historias curiosas detrás de la selección de títulos? No tanto quizás en la mera adquisición de derechos pero sí en la implicación del equipo de Dolmen a la hora de dar vida a cada nuevo libro.

Una de las cosas más gratificantes para mí ha sido poder contactar personalmente con muchos de los autores de la colección, que se han ofrecido amablemente para aportar todo tipo de información y documentación. Uno de los primeros fue Alain Maury, dibujante de los últimos álbumes de Johan y Pirluit, que aportó un montón de documentos interesantísimos y dibujos inéditos que no se encuentran en ninguna otra edición en el mundo. Miguel Díaz Vizoso, actual dibujante de Los Pitufos, nos ha ayudado muchísimo, facilitándonos el contacto con autores como Gos y Walt (Quena y el Sacramús), Pascal Garray (el último dibujante de Benito Sansón, cuyo repentino fallecimiento le impidió llegar a ver el tomo en el que colaboró) o Bédu, el dibujante de Alí Beber. También ha sido muy gratificante poder contar con la participación de José Luis Munuera (el talentoso dibujante de Merlín), Thom Roep (guionista de Bermudillo) y Blareau (guionista de Alí Beber). Por no hablar de la presencia de François Walthéry (autor de Natacha y dibujante de algunos álbumes de Benito Sansón) en el stand de Dolmen del Salón del Cómic de Barcelona, un hombre encantador (y un monumento vivo del cómic francobelga) con quien Alfons Moliné y yo tuvimos la fortuna de mantener una apasionante conversación.

¿Cómo y cuánto tiempo y trabajo interno puede llevar el proceso desde la elección de un nuevo título, su traducción, maquetación y rotulación hasta que por fin llega a manos del lector?

La mayor demora se produce entre la elección de un título y el proceso de elaboración del tomo en sí, pues la negociación de los derechos puede llevar incluso varios años. Una vez adquiridos los derechos de publicación, todo es bastante más rápido. El traductor comienza su labor antes incluso de que la editorial facilite a Dolmen los materiales originales, utilizando para ello álbumes en francés de nuestras colecciones personales o bien ediciones digitales. Hay traducciones más rápidas que otras: no es lo mismo traducir un álbum de Casacas Azules que uno de Pobre Lampil, por poner dos ejemplos de los mismos autores: en el segundo caso, los textos son muchísimo más densos. Y luego hay casos como el de Superagente 327, una serie en la que el traductor, Alfons Moliné, tuvo que devanarse los sesos para verter en nuestra lengua un texto muy complejo y lleno de giros y referencias locales (el resultado, eso sí, mereció la pena). Últimamente suelen trabajar dos traductores al mismo tiempo, cada uno con una serie, para ir adelantando trabajo, aunque no se empieza la maquetación de un tomo hasta que no está completamente cerrado el anterior.

Normalmente, una vez hecha la traducción yo suelo hacer una primera revisión en la que corrijo las erratas que encuentro e intento pulir algún detalle que me parezca mejorable (no suelo cambiar muchas cosas porque los traductores hacen un trabajo estupendo). Después es el turno del rotulista-maquetador, que incorpora los textos traducidos y se encarga de la maquetación del tomo. Finalmente, suelo hacer una segunda revisión del texto maquetado para comprobar que no se escapa ningún error ni falta ninguna onomatopeya (aunque, a pesar de todo ese trabajo exhaustivo, no es raro que se acabe escapando alguna pequeña errata, pero alcanzar la perfección no es sencillo…). Desde la editorial se hace también un repaso final antes de enviar el tomo a imprenta. ¿Y cuánto tiempo en total se emplea por cada tomo? Bueno, no es muy difícil calcular la media si tenemos en cuenta que normalmente se publica un nuevo tomo al mes (en algunos meses dos).

Ya antes de la pandemia, el sector editorial fue uno de los muchos tocados de gravedad por el aumento de las materias primas, en especial el papel. No hay editorial que no haya tenido que incrementar notablemente el precio de sus libros. ¿Cómo ha afectado en concreto a la colección Fuera Borda? Ya que el papel y cuidado empleado en la propia edición siempre ha sido distintivo de estos libros.

Efectivamente, el sector editorial ha pasado un momento complicado por los factores que mencionas. No dispongo de información de primera mano acerca de las repercusiones económicas porque mi labor en la colección es ajena a ese asunto, pero es cierto que la crisis ha obligado a aumentar el precio de los cómics publicados en los últimos años. Lo que sí tengo claro es que no ha supuesto una merma en la calidad final del producto, que se sigue mimando del mismo modo que cuando la colección comenzó hace una década.

Volviendo al optimismo y al futuro, ¿los planes de la colección se establecen para todo un año? Es decir, ¿nos puede adelantar alguna nueva sorpresa de las que serán editadas en este 2023?

Suelen establecerse planes… que luego se van modificando a medida que avanza el año, según diversos factores que van surgiendo, como la disponibilidad o no de ciertos materiales (hubo volúmenes de Bermudillo que se retrasaron por no disponer aún de los álbumes restaurados) o las negociaciones con los editores o con los depositarios de los derechos, que en ocasiones se han complicado más de lo inicialmente esperado. Siento no poder adelantar ninguna de las novedades que tiene en cartera la editorial porque es una prerrogativa de los editores, pero puedo decir que hay ya pensadas (y negociadas) nuevas series, entre las que seguro que se incluye alguna agradable sorpresa para los aficionados al cómic clásico europeo.

No querría acabar sin una nota de agradecimiento a todo el equipo de Dolmen, excelentes profesionales siempre dispuestos a echar una mano, con los que es un auténtico placer trabajar. He mencionado al editor, Vicente García, pero para mí resulta también fundamental la labor del director editorial, Darío Arca, la coordinadora Dati Ruiz, la diseñadora Azahara Carreras, la rotulista Larisa Ienci, los traductores Alfons Moliné y Juancho Ferrús y otras muchas personas que han pasado en algún momento por esta colección a lo largo de su primera década de vida y que siempre he sentido que estaban dispuestos a dar lo mejor de sí mismos.

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