Impresionante nueva Edición Integral de «El grito del pueblo» de Jacques Tardi y Jean Vautrin. Norma Editorial.

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En el mundo del cómic el tamaño sí importa y hay quien lo sabe, lo cuida y, posiblemente logra agotar tiradas con razón mucho antes al editar ediciones que verdaderamente merecen la pena. El tema da para hablar largo y tendido: desde el manejable tamaño de cualquier Manga, adaptado al poco espacio y manejabilidad de su público esencialmente juvenil; pasando por los sufridos aficionados al cómic franco-belga que en la mayoría de casos ven como álbumes editados en Europa se comprimen y reducen en sus ediciones españolas hasta dificultar la lectura. Y luego tenemos el tercer caso, del que Norma Editorial fue pionera (nunca olvidaré su edición gigante de El archivista de Schuiten y Peeters, entre otras muchas) y sigue demostrando sus buenas formas ofreciéndonos verdaderos regalos a la vista. Y de verdad no es hablar por hablar, porque disfrutar de esta nueva edición integral de El grito del pueblo en gran formato de 26,6 x 31,2 cm. (ya editado en tomos y en otro formato integral de 29,5 x 23,8 cm.) es abrir una nueva forma de disfrutar del impresionante dibujo en blanco y negro de un clásico enorme como es Jacques Tardi. Mientras otras editoriales se rinden al abusivo precio del papel, Norma insiste en elevar a obras de arte gran parte de sus novedades. E incluso con una obra ya editada como ésta, ofrecer a quienes descubren ahora a Tardi o este relato es un añadido que, desde luego merece cada céntimo invertido en su compra.

Dicho esto, si aún no conocías a Jacques Tardi, te animamos a hacerlo con una obra única, adaptación de la novela de Jean Vautrin, popular escritor que en esta obra recobró plenamente el sabor de la novela popular al revivir el tumultuoso episodio histórico de la Comuna de París. El 18 de marzo de 1871 el pueblo parisino se echó literalmente a la calle para instaurar, con la ayuda del ejército, incapaz de disparar contra la gente de a pie, el primer gobierno obrero del mundo. Así nació la Comuna, una utopía de días contados que el gobierno conservador barrió literalmente a cañonazos desde la comodidad de Versalles y representando una vez más la diferencia y abismo entre los dirigentes y las miserias del pueblo llano. En esa ciudad que supera las miserias de cualquier escrito de Dickens sobre Londres, Vautrin imaginó una serie de personajes de los que te marcan incluso sabiéndoles solo creaciones: Horace Grondin, policía del régimen rebautizado como Bassicoussé para ocultar un sangriento pasado y una historia de venganza; el capitán Tarpagnan, desertor, perseguido por Grondin y herido fatal por la arrebatadora belleza de «La Pucci» también conocida como Caf’Cone’; Fil-de-Fer; Caracole… Todos ellos mezclados con personajes y nombres reales dados a conocidos por haber muerto formando parte de la Comuna.

Al éxito reconocido de la obra de Vautrin, lo que ahora disfrutamos como novela gráfica y a diferencia de otros autores que ven su obra mal adaptada, en este caso fue el inicio de una simbiosis perfecta. El escritor así lo recuerda: «cuando Tardi empezó a esbozar la jeta de Horace Grondin y el bigote de Tarpagnan, cuando plasmó las posturas de algunas mujeres del pueblo y los rasgos de La Pucci, me quedé sin habla. Un poco más tarde, comentó su intención de adaptar y dibujar el proyecto, y fue entonces, cuando estupefacto por tanta felicidad le hice saber de mi entusiasmo, que me percaté de mi delito: yo había pensado, desde un principio, sin confesármelo, que sería él y nadie más el encargado de la fantástica faena de dar forma a la turbamulta de mis sueños».

El resultado salta a la vista: Tardi recurre a su lado más realista, detallado y profundo para hacernos viajar completamente al corazón de ese París convulso de finales del siglo XIX. E incluso con una enrevesada trama e infinidad de personajes sobreviviendo a sus propios dramas en la previsible tragedia en ciernes, hay páginas enteras en las que quedarse mirando, descubriendo cómo fue capaz de trasladar a viñetas la riqueza descriptiva de Vautrin. Pero sobre todo es loable el hecho de condensar tantas páginas, diálogos y fechas históricas manteniendo un ritmo vivo que nos mantiene interesados en la historia incluso en sus pasajes más tortuosos o en aquellos en los que algún personaje piensa en voz alta sobre sus desdichas.

Publicada originalmente en tres volúmenes, el primero fue editado en 2001, varias décadas después del inicio de Tardi en el mundo de la Bande Desinée. Por entonces, ese París de hace dos siglos ya tuvo su sobrado hueco en otras grandes obras suyas también ambientadas allí, como su conocida heroína Adèle Blanc-Sec o su adaptación de las sombrías aventuras del detective Néstor Burma. Por eso, en su maestría controlada y sobrada de diálogos que avanzan las historias, Tardi se recrea en dibujar rincones de toda la ciudad con un realismo asombroso: desde infinidad de edificios y todo monumento conocido (incluso los desaparecidos como las Tulleries) a todo tipo de sórdido callejón sin nombre. Asistir a este realista viaje en blanco y negro a la Ciudad de la Luz en una historia llena de sombras, oscuridad y crudeza es toda una experiencia para quien aprecie el arte de Tardi. Sobre todo porque da igual que hayan pasado más de 20 años desde que la obra fuese concebida y muchos más desde el acontecimiento histórico que la propició, al final seguimos en el mismo mundo en que el hombre sigue tropezando una y otra vez en la misma piedra sangrienta que nos lleva continuamente al mismo lugar en que inocentes sin nombre caen víctimas de las luchas de los poderosos. En el mundo real pocas veces hay finales felices, porque aquí siempre ganan los malos.

SOBRE LOS AUTORES

Jacques Tardi
Nacido en Valence (Francia) el 30 de agosto de 1946, tras estudiar en la Academia de Bellas Artes en Lyon y en la Escuela de Artes Decorativas de París, se inicia en la historieta en 1969 en el mítico semanario Pilote con una historia de 6 páginas, Un cheval en hiver, con guión de Jean Giraud. Tras otras colaboraciones breves con diversos guionistas, en 1971 aparece su primera historia de continuará con guión de Pierre Christin, Rumeurs sur le Rouerge. Al año siguiente, con guión propio, lanza Adieu Brindavoine, donde ya perfila su estilo definitivo y su pasión por los años de la I Guerra Mundial, y cuyo protagonista, Lucien Brindavoine, reaparecerá como secundario en Adèle Blanc-Sec. En 1974 Dargaud, la editorial de Pilote, le publica directamente en álbum Le démon des glaces, de nuevo en colaboración con Christin, pero una serie de desacuerdos le hacen abandonar dicha casa. Ese mismo año, Futuropolis saca también directamente en álbum La veritable histoire du soldat inconnu, y en 1975 una historia rechazada por Dargaud, Un épisode banal de la guerre des trancheés, aparece como suplemento del diario Libération. En 1976 Casterman le edita el primer álbum de su serie más popular, Adèle Blanc-Sec, homenaje a los folletines de principios del siglo XX, de la realizaría hasta la fecha ocho títulos. Colabora en Metal Hurlant con varios episodios cortos de ciencia-ficción y la historia larga ambientada en la antigua Roma Polonius, con guión de Picaret, y en B.D., efímero semanario lanzado por Éditions du Square, con el relato policíaco Griffu, con guión de Manchette.

En 1978, al lanzar Casterman el mensual À Suivre, Tardi está presente desde el primer número con el surrealista Aqui Même, con guión de Jean-Claude Forest. En 1981 adapta en viñetas el detective Néstor Burma, creado literariamente por Léo Malet, en Niebla en el puente de Tolbiac, del que ilustraría otras cinco entregas. Sus siguientes obras incluyen La guerra de las trincheras (iniciado en 1982; versión definitiva en álbum en 1993), El exterminador de cucarachas (1983, guión de B.Legrand), Jeux pour mourir (1992, basado en la novela de Géo Charles Veran), La última guerra (1997), El soldado Varlot (1999, con Didier Daenincx) y La patada (2000, guión de Daniel Pennac). En 2001 inicia la saga El grito del pueblo en tres volúmenes, adaptada de la novela de Jean Vautrin, relatando la lucha de la Comuna Francesa. Uno de los grandes narradores gráficos franceses del último tercio de siglo, Tardi ha realizado numerosos trabajos gráficos aparte del cómic: portadas, ilustraciones, carteles, portafolios, etc., destacando especialmente sus ilustraciones para la edición de lujo de varias novelas de Louis-Ferdinand Céline, además de recibir importantes galardones a lo largo de su carrera, incluyendo el Gran Premio del Salón de Angoulême de 1985, año en que recibió la Orden de Caballero de las Artes y las Letras.

Jean Vautrin
Jean Vautrin, cuyo verdadero nombre es Jean Herman, nació en Pagny-sur-Moselle en 1933 y falleció en Gradigan en 2015. Debutó en la novela negra, para cosechar un éxito inmediato con títulos como À bulletins rouges (1973), Billy-Ze-Kick (1974), Bloody Mary (1979) y Canicule (1982). Su feroz Un grand pas vers le Bon Dieu obtuvo el premio Goncourt en 1989, y junto a Dan Franck escribió varias novelas que forman el ciclo de las Aventuras de Boro, un fotoperiodista de principios del siglo XX. Como cineasta, en 1967 estrenó Adieu l’ami, y en 1974 dirigió un serial titulado Les peupliers de la Prétantaine, y como guionista escribió Garde à vue, dirigida por Claude Miller en 1981. Ha recibido, entre otros galardones, el premio Fictions, el premio Mystère de la Critique, el premio Deux Magots, el premio de La Habana, el Grand prix du roman de la Société des Gens de Lettres, el premio Populiste y el premio Louis Guilloux por el conjunto de su obra. También obtuvo numerosos premios cinematográficos: el Marylin Monroe, el César por el guion de Garde à Vue. En el ámbito del cómic, trabajó con Jacques Tardi en El grito del pueblo.

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