Red de Autores – Capítulo 3: La música en directo y los derechos de autor

El directo, además de la vía más rápida de conectar entre la música y el público, es sin lugar a dudas una de las fuentes de ingresos más directas e importantes para los músicos.

Dejando momentáneamente a un lado los derechos que la música genera a través de las partituras -el método más viejo- y la grabación, la interpretación de canciones en vivo genera, al margen de lo que el artista puede sacar con la entrada o el caché correspondiente, sus correspondientes derechos del autor de las canciones que se interpretan.

¿Que cómo se recaudan esos derechos?
Muy sencillo. Al presupuesto del concierto se aplica una tarifa que corresponde a los derechos de las canciones que se interpretan en ese concierto y que pertenecen siempre a un autor, sea él el que las interprete o no.

En el caso de SEDA, facilitamos mucho la tarea, ya que nuestros socios pueden hacer una declaración online de los temas que ha interpretado en el concierto. Si se trata de una gira, puede declarar todos los conciertos de la gira, que es más cómodo. De este modo, la entidad de gestión -o sea, SEDA- cobra esos derechos al promotor -sea este una figura como tal o sea la sala, un festival o la administración pública o, incluso, el propio músico.

Como aliciente, SEDA aplica un pequeño descuento a esos promotores por realizar correctamente y en tiempo esa declaración de derechos. No olvidemos que el beneficiado siempre será el autor de las canciones, no la entidad de gestión. Por eso es muy importante esa transparencia a la hora de declarar los derechos. Se trata de mucho dinero y ese dinero
pertenece a los autores.

Aproximadamente un 8% por cierto de la entrada de un concierto es la cantidad que va para el autor de las canciones, sin las cuales, como es lógico- no habría concierto. No es justo que se considere este 8% dudoso o excesivo y nadie cuestiones adónde va el 92% restante.

La gente confunde “gratis” con “gratuito”. Los museos no son “gratis”, son “gratuitos” porque todos pagamos impuesto para que lo sean. No obstante, siempre hay quién, de modo totalmente injusto, reclama que la cultura tiene que ser gratis y no gratuita. Sin pararse a pensar, claro está, que en esta sociedad capitalista en la que todos vivimos, si no nos cuestionamos que, cuando compramos un refresco, no nos cuestionamos que en el precio que pagamos va incluido el contenido, el envase, quién lo fabrica, quién lo distribuye…

¿Por qué con la cultura -en concreto con la música- las cosas deberían ser distintas?
En otro orden de cosas, estamos seguros de que tienes muchas dudas que te gustaría plantearnos. Muy fácil. Regístrate abajo y déjanos tu duda o pregunta. Te iremos contestando en nuevas ediciones de nuestra Red de Autores.

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