Fue apenas ayer. Un profesor de enseñanza secundaria, presentando un programa de clases, hablaba de reunir a un grupo de jóvenes de quince años para el ahora casi extraño rito de ver una película juntos, sin interrupciones, sin pausas, sin móviles ni distracciones pero, sobre todo, sin saber nada del largometraje elegido antes. Nada. A quienes tuvimos la suerte de leer clásicos de la Literatura impuestos o descubiertos de forma voluntaria como recomendación de alguien, muchas veces afrontábamos la misma aventura. Autores de renombre, ganadores incluso de un premio Nobel. Pero muchas veces no sabíamos nada sobre el libro salvo su sugerente título. Es curioso como, al menos en mi generación, cuando más libros eras capaz de leer y disfrutar perdiendo hasta noches completas de sueño, coincidieron en apenas meses en mi escritorio El Señor de los Anillos y El Señor de las Moscas, dos libros que, curiosamente, fueron publicados por vez primera en 1954. No pude encontrar abismo mayor de separación entre dos obras. Porque a la fantasía irreal de uno, el otro te atrapaba directamente en algo mucho más cercano, real… y aterrador: la verdadera naturaleza de los seres humanos privados por un momento de civilización. El Señor de las Moscas prometía ser la aventura perfecta soñada por cualquier adolescente, pero no lo era. Incluso partiendo de una tragedia como un accidente de avión estrellándose en una isla desierta, en aquellos tiempos lo primero que te venía a la mente era Robinson Crusoe, libros de piratas e incluso, siendo realistas con la época de la que hablo, puede que hasta El lago azul.
Este año se cumplen 70 años de la publicación original de un libro que trasciende tiempo y generaciones. El escritor William Golding fue actor, marinero, músico y maestro de escuela antes de terminar enrolado y sobrevivir a la Segunda Guerra Mundial. Participó en el día D y en la liberación de los Países Bajos. Reiterándose la coincidencia con Tolkien, quien combatió en su caso en la Primera Guerra Mundial, la huella de la barbarie de semejantes conflictos dejó sin duda una impronta en ambos autores capaz de hacerles dudar del sentido de nuestra sociedad cuando la muerte cercana empuja a los hombres a cualquier acto de desesperación. Tolkien lo disfrazó en un mundo fantástico para hacer más digeribles nuestras miserias. William Golding creó una obra maestra que afronta lo contrario: parte de nuestro momento más inocente para concluir que incluso entonces el lado oscuro de la humanidad prevalece por encima de cualquier otra cosa. En El Señor de las Moscas los únicos supervivientes del accidente de avión son un grupo de niños en de diferentes edades. Ningún adulto. Primero encontramos a Ralph y a Piggy (“Cerdito”) quienes rápidamente superan el susto disfrutando de ser críos en una isla desierta.
El descubrimiento en la playa más cercana de una caracola que Ralph hace sonar sirve de señal al resto de niños que han sobrevivido al accidente para que todos acudan, aún asustados pero curiosos, a la llamada del que será un símbolo a lo largo de todo el libro y todo un referente cultural aún seguido en nuestros días, y es que, quien posteriormente sostuviese la caracola tenía derecho a ejercer su turno para hablar. Allí conocemos también a Jack, el pelirrojo líder de un coro a quienes trata con disciplina casi militar. Pero, pese a su aspecto amenazante, los niños eligen a Ralph como jefe del grupo y, por un momento, siguen siendo niños. Descubriendo las playas, el entorno y la selva de lo que efectivamente es una isla. Despreocupados porque cada hallazgo, cada detalle, como ser capaces de encender una hoguera con el cristal de las gafas de Piggy, es el único triunfo que importa.
Por desgracia, el inocente relato que podría ser el de unas vacaciones idílicas de juegos hasta que alguien les rescatase, se convierte pronto en el reflejo en miniatura de los engranajes que rigen toda civilización: los miedos, las envidias, la ausencia de orden, hace que los pequeños huérfanos de sociedad instauren la suya por encima de cualquier consecuencia. Y así, el enfrentamiento entre la razón e inocencia de Ralph y Piggy contra la oscuridad latente de Jack y su grupo de cazadores de cerdos salvajes de la isla nos conduce a una impensable y sorprendente cadena de sucesos que poco a poco convierten el paraíso paraíso en realidad de pesadilla.
El Señor de las Moscas es un libro que resulta imposible que te deje indiferente. Y, llegados a esta adaptación a novela gráfica por parte de la multipremiada Aimée de Jongh, hay que decir que la autora, que ha demostrado sobradamente a lo largo de su libros su capacidad como narradora gráfica, te atrapa a la primera con sus viñetas igual que Golding lo hace con sus palabras, haciendo con sus dibujos suya una historia que, aún a sabiendas en este caso de todo lo que va a pasar, te hace olvidarte por un momento del libro leído para disfrutar de una versión gráfica igual de desatada, real, feroz. La autora consideró un “increíble honor” que Faber & Faber, la editorial que originalmente publicó el libro de Golding, diese su visto bueno para sacar adelante un proyecto que llevaba persiguiendo casi una década, aunque también lo asumió como “el compromiso más aterrador que he adquirido nunca”. Y es que Aimée de Jongh también experimentó con intensidad la obra de Golding en su adolescencia: “es una obra que ha significado mucho para mí -afirma la autora-. Me dejó sin aliento cuando la leí por primera vez en el colegio. Quizá como adolescente, entre una infancia despreocupada y la independencia de la edad adulta, algo en la novela reflejaba lo que yo estaba experimentando”.
La presencia de Aimée De Jongh es tan profunda en esta versión de El Señor de las Moscas que, muy lejos de ser una obra por mero encargo, la autora dota de nueva vida a un libro que ella no duda en considerar “que debe narrarse una y otra vez. He conocido a personas, incluso de mi propia familia, que han experimentado situaciones potencialmente mortales, guerras y cautividad. Y a menudo vuelvo a hacerme dos preguntas: ¿cuándo acaban las normas de nuestra cuidadosamente diseñada civilización?, y ¿qué hay debajo de esa aparente civilización? Creo que ningún libro del mundo investiga esta cuestión mejor que El Señor de las Moscas“.
“Al llevar a cabo esta adaptación no me propuse crear simplemente una versión ilustrada de la novela -continúa De Jongh–, sino permitir que el formato de novela gráfica hiciera lo que hace mejor: añadir significado por medio de la composición, el color y la ambientación. Si leen la edición en inglés, verán que cada frase se ha tomado del original. Utilizar esos textos me ha permitido tratar la obra con respeto, dejando intacta la hermosa escritura de Golding. Algo que, sin embargo, me ha permitido narrar la historia tal como quería”. El resultado es, verdaderamente espectacular en una gran y muy cuidada edición en tapa dura y acabados excepcionales a cargo de Alianza Editorial. 352 páginas que reinventan un clásico que, te recuerdo, ha sido traducido a cuarenta y cuatro idiomas, ha vendido millones de copias en todo el mundo y fue adaptado a película en dos ocasiones. Tan vigente o más su mensaje hace 70 años que en nuestro turbulentos días, El Señor de las Moscas sigue haciéndonos reflexionar sobre la fragilidad de las normas que sostienen nuestra civilización y lo que podría pasar si éstas desapareciesen de golpe. Una de las mejores novelas gráficas que he tenido la suerte de leer en este año.
SOBRE EL AUTOR Y LA AUTORA
WILLIAM GOLDING
William Golding (1911-1993) nació en Cornwall y se educó en Marlborough Grammar School y Brasenose College (Oxford). Antes de convertirse en escritor, fue actor, marinero, músico y maestro de escuela. En 1940 se unió a la Royal Navy y posteriormente participó en la operación del Día D y en la liberación de los Países Bajos. El Señor de las Moscas, su primera novela, fue rechazada por varios editores, pero fue rescatada de la «pila de rechazos» de Faber & Faber y publicada en 1954. Pronto se convirtió en un clásico moderno, vendió millones de copias, se tradujo a cuarenta y cuatro idiomas y Peter Brook la adaptó al cine en 1963. Golding escribió otras once novelas, una obra de teatro y dos colecciones de ensayos. Ganó el Premio Booker por Ritos de paso (Alianza Editorial, 2010) en 1980 y el Premio Nobel de Literatura en 1983. Aparte de la mencionada Ritos de paso, Alianza Editorial cuenta en su catálogo de la colección de El libro de bolsillo con las siguientes novelas: El Señor de las Moscas (2010), El dios Escorpión (2011), Los hombres de papel (2011), Fuego en las entrañas (2011) y Cuerpo a cuerpo (2011).
AIMÉE DE JONGH
Autora de novelas gráficas, y nominada al premio Eisner, Aimée de Jongh (1988) es conocida por sus dibujos vibrantes y sus historias conmovedoras, a menudo sobre las relaciones humanas en la sociedad moderna. De Jongh nació en Waalwijk, en el sur de los Países Bajos. Después de sus estudios en animación, debutó con The Return of the Honey Buzzard (2014), que ganó el Premio Saint-Michel y fue adaptada al cine. Sus otras novelas gráficas son Blossoms in Autumn (2019), TAXI! (2019), Sixty Years in Winter (2022) y, su obra más celebrada, Days of Sand (2022). Sus libros han recibido elogios de la crítica y han ganado premios en Francia, Estados Unidos y Japón. Cuando no dibuja cómics, De Jongh trabaja regularmente en animación digital, como profesora e ilustradora. Vive y trabaja en Róterdam.