Resulta increíble que en un espacio de tiempo tan corto hayan coincidido tantas nuevas obras imprescindibles para la biblioteca de cualquier aficionado del mejor cómic europeo imaginable. Con respeto al espacio que ocupan las historietas de capas en calzoncillos en las tiendas de tebeos, el nivel de los autores y guiones con apellidos europeos en los últimos tiempos, con poco que revises este mismo espacio dedicado a los tebeos es, sencillamente impresionante. Proporcionalmente además, cuanto más mediocre y repetitivo se vuelve el espacio audiovisual en general (sólo hay secuelas, precuelas y remakes de éxitos de otras épocas) más gratas sorpresas nos deparan las mentes de tantos autores del viejo continente. Hoy el destino une además a dos autores a los que es difícil no conocer si eres amante del cómic europeo. Fabien Vehlmann tiene a sus espaldas tantas buenas ideas como guiones convertidos en cómics inolvidables, destacando entre todos esa personal visión apocalíptica que es la insuperable Solos. Y qué decir del apartado gráfico. Los lápices y tintas de Roger Ibáñez se hicieron inmortales como el protagonista de esa serie irrepetible que firmó con Raule, Jazz Maynard, dando vida a uno de esos personajes que superan tiempo y fronteras.
Ahora, un reto diferente les ha unido en El dios salvaje, una novela gráfica visceral que disfraza de Fantasía Heroica temas mucho más profundos y que directamente Norma Editorial, para deleite de los seguidores del trabajo puro de Roger ha editado en una edición en formato típico de álbum europeo a color pero a la vez en una suculenta Edición de Lujo en blanco y negro y repleta de extras. Recomendables ambas, si eres de los que preferiste los integrales de Jazz Maynard en sus ediciones en blanco y negro, sabrás la maravilla que resulta disfrutar del dibujo de Roger crudo, directo, con su impecable trazo que parece salirse, vivo, de cada viñeta en ese entintado perfecto que recuerda y supera a los mejores clásicos.
Una de las primeras cosas que creo merece la pena que sepas es que, si has leído y disfrutado de las primeras páginas de El dios salvaje, no dejes que éstas te confundan. Por mucho que seguramente Vehlmann y Roger serían capaces de iluminarnos con una historia poblada sólo de animales, el capítulo que abre el libro, con reminiscencias inevitables a 2001, es en realidad una explicación e introducción de todo lo que viene a continuación. Muy poco después de que asistamos a un cambio de héroes en un grupo de primates especialmente dotados para la supervivencia, uno de los monos más jóvenes, al que conoceremos como Sin Voz, será capturado y entrenado por un grupo de humanos que centrarán, con diferentes protagonistas en cada nuevo capítulo, lo que une al simio en un viaje hacia una civilización que parece a punto de llegar a su fin. Allí dejará de ser simio para convertirse en leyenda.
«Primero está el mono -explica Vehlmann–, Sin Voz, que vive en una sociedad animal, donde existe una forma de violencia a veces terrible pero siempre amoral: no hay deseo de hacer daño por sí mismo ni perspectivas de venganza a largo plazo. Los hombres lo capturan y lo convierten en un Dios Bestia, una máquina de matar. Por tanto, es a la vez víctima y verdugo».
Justo aquí merece la pena volver a una de las coincidencias que unió a los autores a embarcarse en este camino: «Soy muy afortunada de poder trabajar con personas que admiro -afirma Fabien Vehlmann–. Este es el caso de Roger, de quien soy un gran admirador desde hace mucho tiempo. Sus libros anteriores, en particular Jazz Maynard, me animaron a sugerir una historia de detectives. Pero un día vi un dibujo que había colgado en las redes: un guerrero luchando con un enorme cocodrilo con la boca abierta. Entonces le hablé de mi proyecto, que todavía era un poco vago, y, aunque nunca había dibujado fantasía heroica, confió en mí».
«Hoy en día -continúa el guionista-, esta elección me parece obvia: sus recortes hiperdinámicos sirven perfectamente a las escenas de acción, y su entintado fino y sensual, muy rico en detalles, da vida a los personajes para que podamos estar lo más cerca posible de ellos, de sus emociones. ¡Es realmente un dibujante increíble!«
Apenas iniciado el segundo capítulo, titulado «El poeta», nos adentramos un mundo que tiene más en común con la era Hiboria de Conan que con cualquier idea preconcebida que nos pudiésemos haber hecho de un mundo en el que acompañamos a simios en su lucha por la supervivencia. Y aquí es Athanael, Aedo oficial de la Casa Matsia, poeta esclavo a quien se acaba de conceder su libertad, quien nos hace de narrador de la continuación al viaje en un curioso mundo medido por la espada, la violencia y la sangre, movida alrededor de mares que delimitan al que denomina el Imperio Océanida. «El poeta -explica Vehlmann– busca su lugar en un mundo que se le escapa. Hace la amarga observación de que el arte es incapaz de frenar o sublimar la violencia, que en situaciones de crisis la cultura no sirve de nada. ¿Pero tal vez esté equivocado?»
«Es cierto que todavía no me había aventurado en este terreno -confirma el guionista Fabien Vehlmann–… Sin embargo, es un deseo muy antiguo, que se remonta a mi adolescencia, durante la cual fui un gran consumidor del género. Entre las obras que más me impactaron podría citar Conan el Cimmerio , la colección de cuentos de Robert E. Howard, La búsqueda del pájaro del tiempo , de Loisel y Letendre, o las ilustraciones de Frank Frazetta. Pero durante años el género estuvo muy de moda y en mi opinión un poco sobreutilizado. Entonces dejé este deseo de lado. Y luego, recientemente, estaba buscando una manera de abordar dos temas que me obsesionan: la violencia por un lado y la perspectiva del fin de la civilización por el otro, con preguntas que esto puede plantear tanto íntimas como políticas. ¡La fantasía heroica ha vuelto a llamar a mi puerta!«
Es entonces cuando las fuerzas naturales desatadas precipitan los acontecimientos siguientes y, durante una tormenta que casi acaba con la flota en la que viajan los protagonistas, muchos caen y Sin Voz, quien fue entrenado para transformarse en el arma definitiva, ha escapado de su jaula con la venganza como único objetivo. Las reminiscencias a estar presenciando, quien sabe, el que podría haber sido el fin mismo de una versión de la Atlántida, nos sigue tan de cerca como Sin Voz, convertido en sombra vengadora y voraz depredador que acecha, acosa y destroza a los humanos, conducidos desesperadamente hacia adelante, ya en el capítulo tres, por «La guerrera» quien, en palabras de Vehlmann, «vive el momento presente. Ella acoge la violencia –e incluso la muerte– con una forma de indiferencia, muy inspirada para mí en las filosofías zen y orientales. Sin embargo, siente una especie de cansancio…»
Vehlmann reconoce que la fantasía heroica «es un género donde las preguntas se hacen de una manera visceral e instintiva. En este sentido, es muy adolescente, lo que no es nada peyorativo… Mi primera preocupación cuando me acerco a un género es responder a ciertos estereotipos esperados. Cuando haces un western, necesitas colts, salones y diligencias. Para la fantasía heroica, necesitas guerreros musculosos, paisajes salvajes, armas afiladas, masacres… Pero una vez que estos estereotipos están en su lugar, tienes que encontrar cómo torcerlos o superarlos para darle singularidad a la historia. Para este álbum, se trata de una narrativa coral y cuatro personajes fuertes y ambiguos, todos los cuales tienen una relación diferente, pero nunca inequívoca, con la violencia».
Avanzar en la Edición de Lujo de El dios salvaje resulta algo más difícil que en la brillante edición a color, porque es imposible no detenerse en cada página para apreciar la brutal composición gráfica de Roger Ibáñez mecida al ritmo imparable del relato de Vehlmann. La calidad y gramaje del papel elegido para la ocasión alcanza además tal viveza en la impresión, que hay paneles que se dirían recién entintadas por Roger. Con un formato mayor además que la edición a color, las de por si ya bien proporcionadas pero grandes viñetas escogidas por el dibujante hacen de la lectura una inmersión total en el salvaje mundo que aquí queda retratado. Tan dinámico en su forma de contar que, leída ya la historia, puedes releerla incluso sin palabras al hilo visual perfecto de los dibujos.
El broche perfecto a este tomo en tapa dura con lomo terminado en tela, lo pone un «Cuaderno gráfico» con 15 espectaculares páginas adicionales donde podrás disfrutar del proceso de creación de la obra, pasando de los storyboards más sencillos y esquemáticos a planchas acabadas con los portentosos lápices finales, el diseño de los personajes e incluso los estudios para la cubierta.
Elijas le edición que elijas, no vas a equivocarte con El dios salvaje. Vehlmann vuelve a encontrar historias en la misma cultura popular y fantástica en la que tantos crecimos al mundo del cómic y la imaginación, mientras que Roger nos deslumbra aún más que la última vez que disfrutamos de sus dibujos y, posiblemente, menos de lo que lo hará la próxima vez que alguien escriba una nueva historia pensada para ser ilustrada por uno de los dibujantes europeos más vistosos, eficaces e impresionantes.
SOBRE LOS AUTORES
FABIEN VEHLMANN
Fabien Vehlmann nació el 30 de enero de 1972 en Mont de Marsan, en las Landas. Alrededor de los 6 años se inició en el cómic, llenando sus libretas de dibujos. También descubre un don de animador público, que se cree obligado a mantener, hasta el momento en que comprende que él también tiene derecho a estar triste. Al llegar al final de su carrera en la escuela secundaria, se dijo a sí mismo que los cómics no eran una carrera profesional razonable. Ingresó en la Escuela de Negocios de Nantes, se desenvolvió en el marketing de juguetes y se graduó en 1995. Objetor de conciencia, se convirtió en administrador de una compañía de teatro. A pesar de todo, rodó dos o tres cortometrajes en vídeo con los actores y probó la radio en una emisora local, con sketches que siempre hacían reír al técnico. En 1996, la publicación Spirou organizó un concurso de guiones que le animó a no desistir hasta que compraron sus páginas. Después, todo salió bien: lanzó el álbum Green Manor, con Denis Bodart, y conoció a Gwen en el taller de la Place des Vosges. Gwen ha inventado dos criaturas con forma de lagarto con las que realmente no sabe qué hacer. Se pusieron manos a la obra juntos y así nació en 2001 la excelente serie filosófico-humorística Samedi et Dimanche, seguida en 2002 de una historia mucho más oscura que demuestra la diversidad de su talento, Le Marquis d’Anaon, dibujada por Matthieu Bonhomme, publicado por Dargaud. También escribió el guión de la serie IAN para Ralph Meyer, que vuelve al tema de la inteligencia artificial, también para Dargaud. Y finalmente en Dupuis comienza la serie infantil Solos con Bruno Gazzotti, cuyo primer álbum ganó un premio en Angoulême en la categoría Juventud.
Fabien Vehlmann también recibió el premio Jacques Lob al mejor guionista en noviembre de 2004. Durante un tiempo, probó suerte en el cine (Un monde à nous, dirigida por Frédéric Balekdjian) y en los dibujos animados (la serie ¿Ya lo has visto?, producida de Alain Chabat, y dirigida por Piano y Gark), pero sin embargo decide dedicar la mayor parte de su tiempo al cómic, en el que afirma encontrar mucha más libertad de escritura que en el sector audiovisual. En 2006, produjo el primer one-shot de Spirou y Fantasio, Los gigantes petrificados, con Yoann publicado por Dupuis. En 2009, fueron elegidos como equipo oficial de la serie de culto Spirou y Fantasio, en sustitución de Morvan y Munuera. Un año después, se publicó el volumen 51, Alerte aux Zorkons. Más recientemente, Vehlmann destacó por su colaboración con el diseñador Duchazeau (La noche del Inca entre 2003 y 2006; Los cinco narradores de Bagdad en 2006; El diablo enamorado y otras películas nunca rodadas por Méliès, en 2010). Todas sus series están publicadas por Dargaud (excepto Dieu qui pue Dieu qui fart publicada por Milán). En 2007, también trabajó con el dibujante Sean Phillips, en el primer volumen de la serie Seven, publicada por Delcourt. En 2010, colaboró con la dibujante Gwen De Bonneval en el one-shot de ciencia ficción Los últimos días de un inmortal publicado por Futuropolis. En 2011, escribió el cuento de piratas La isla de los cien mil muertos, publicado por Glénat. Actualmente está preparando un nuevo díptico en colaboración con los Kerascoët, con quienes ya había trabajado en el magnífico álbum Jolies vins, publicado por Editions Dupuis.
ROGER IBÁÑEZ
Roger es el seudónimo con el que el autor español Roger Ibáñez (Barcelona, 1977) firma sus trabajos. Entre 1991 y 1995 estudia en la Escola de Cómic Joso. En 1993 realiza diversas historias cortas en colaboración con el guionista Albert García que aparecen en el fanzine GÑ! En 1994 gana el primer concurso manga de Norma Editorial. A pesar de sus comienzos como dibujante de manga, su estilo ha ido incorporando múltiples influencias y ha ido alejándose del género. Entre 1994 y 1996 publica historias cortas en Otaku (con guiones de Albert García y de Raule) y en Sukube (con guiones de Núria Peris). De 1999 a 2001 firmó 14 historietas con guión de Raule en la revista Penthouse Comix publicada por El Jueves. Bajo el seudónimo de Nono, también produjo cómics para varias revistas eróticas estadounidenses, entre ellas Sizzle. En 2002 y 2003, con Raule en los guiones, publicó Hole’n’Virgin, Amores muertos y Cabos sueltos con Ediciones Amaníaco. Presentada en el Salón del Cómic de Barcelona, esta última producción sedujo al guionista JD Morvan quien se la presentó a Dargaud. De allí nació el proyecto tríptico Jazz Maynard en el Festival de Angoulême de 2004. El primero de estos tres álbumes se publicó en junio de 2007. Con Zidrou como guionista ha publicado también ¿Quién le zurcía los calcetines al rey de Prusia mientras estaba en la guerra?