Qué bello es vivir, si la Neguri está de nuestro lado

Si Galileo levantara la cabeza, seguiría afirmando que la Tierra gira alrededor del Sol, pero además, descubriría completamente absorto, como Madrid le homenajea con un local que lleva su nombre, y en el que ayer, domingo 22 de junio, el Sol quedó eclipsado por la Neguri Swing Band y su angelical coro de Gospel, pues desde que concibieron los primeros compases de su «expectacular» (sí, con «equis») actuación, amenazaron con deleitarnos con uno de esos momentos que se quedan enredados entre los huesos de la memoria, y que, de vez en vez, se asoma a nuestros «a diarios» para provocarnos una inevitable sonrisa.

Y es que, desde el minuto cero, este ENORME grupo de artistas no escatimó en desplegar su arte (ARTE, en mayúsculas), no se guardó ni una sola pizca de talento en la garganta del alma, que es desde donde a estos genios musicales les nace la voz y las melodías. Nota a nota, nos fueron atrapando en cada «do de pecho» (y por pecho, corazón), en cada «si bemol sostenido», desarmándonos esas batallas interiores que nos suele declarar el verbo vivir, hasta el punto de invitarnos a sellar nuestra rendición, y así, durante casi dos horas (que rápido trota el tiempo en el paraíso), hicieron de la vida un buen lugar para quedarse y escuchar música de VERDAD, la que eriza el pellejo de la gloria, la que carece de caretas y autotunes, la que puede lograr que nuestros «fantasmas mentales» muevan los pies y no las cadenas. Por ello, y por mucho más (por todo)… ¡gracias, Neguri!, por regalarnos una generosa dosis de éxtasis musical, de esas que ayudan a sobrellevar mejor la travesía sobre este campo minado llamado Realidad, por «negurizarnos» desde los pies a la belleza, por bajarnos el cielo a nuestros asientos o, quizás, por subirnos al ático del cosmos a bordo de vuestras voces e instrumentos (de hecho, rozamos la luna con vuestro «Fly me to the moon»).

Por resumir, y una vez en soledad, e inmerso en los exquisitos ecos de vuestro (inolvidable) concierto de anoche, declaro que existen domingos con acentuado sabor a viernes y dulce aroma a felicidad, siempre que la Neguri esté al otro lado de nuestras miradas, oídos y boquiabiertas viceversas, siempre que la Neguri nos deleite con su embaucadora banda sonora, para demostrarnos que, con ellos de la mano, no hay guerra interior que pueda vencernos, ni gerundio vital que logre enturbiar nuestras lontananzas (qué bello es vivir cuando la Neguri está de nuestro lado).

Que contento se marchó Galileo del local que lleva su nombre, y al que prometió regresar, siempre y cuando la Tierra gire alrededor de la Neguri Swing Band y su colosal coro de Gospel. Y para finalizar, debéis saber que a mí, este pobre mortal que sucumbió al deleite de vuestro acertado e impecable repertorio, me habéis hecho volver a creer que, a pesar de los pesares… la vida puede ser maravillosa.

AFAR MELERO

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