«Vampires», una de las más épicas sagas del dios del manga Osamu Tezuka. Edita Planeta Cómic.

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Nuevamente Planeta Cómic ilumina y amplía nuestro horizonte manga recuperando otra obra de las muchas aún inéditas del gran e imprescindible Osamu Tezuka. Y nunca sobrarán elogios para un autor cuyas obras no sólo han sobrevivido al paso del tiempo, sino que se siguen mostrando como historias originales e innovadoras si tenemos en cuenta cuando fueron creadas originalmente. El caso de Vampires se remonta a junio de 1966, cuando comenzó a serializarse en el dominical japonés Shukan Shone Sunday. Publicado durante casi un año completo, no es de extrañar el impresionante tomo final en que la historia y cuentos relacionados fueron recopilados y editados ahora por Planeta Cómic. Y es que son más de 800 páginas que, honestamente, se leen en conjunto con la misma facilidad y avidez con la que debieron ser devoradas semanalmente por los seguidores de Tezuka entre 1966 y 1967.

Para animarte a que sigas leyendo o, al menos evitarte equívocos, no te dejes confundir por el título de Vampires, ya que éste no es un manga de terror. Al contrario, de hecho tanto Shukan Shonen Sunday como Shonen Book, la revista de cómics mensual en que terminó de publicarse Vampires, eran revistas dirigidas principalmente a niños. Aunque también es cierto que Tezuka se planteó Vampires como una especie de desafío para él, ya que no se parecía en nada a sus otros trabajos protagonizados por un niño con sentido de la justicia, como Astro Boy y Zero Man. Este trabajo fue una desviación completa de sus argumentos habituales donde el personaje opuesto al protagonista resulta más interesante que los defensores de la justicia. Una de las explicaciones es que, abiertamente, esta obra fue creada basándose en Macbeth de Willian Shakespeare«El hecho de que mis obras las lean también bachilleres y universitarios se debe a que a veces incluyo ideas de cariz más adulto en mis obras, como esta». De ahí el nombre del villano absoluto: Rokurô Makube, conocido como Lock y que supone la encarnación del mal en forma humana en una historia de corte sobrenatural como ésta.

Vampires se inicia con una misteriosa introducción en la que un poblado aislado en las montañas se ven obligados a huir y quemar todo vestigio de su presencia cuando son descubiertos por alguien. Inmediatamente después nos encontramos con que un misterioso joven llamado Toppei acude al estudio Mushi Production en busca de empleo y su presidente, el propio Osamu Tezuka, decide contratarlo como asistente. Sin embargo, muy pronto descubrirá que el enigmático Toppei es en realidad un hombre lobo perteneciente a un clan que, a lo largo de todo el libro se traduce como «vampiricos», quienes se suponen humanos capaces de transformarse en todo tipo de animales según estímulos individuales completamente diferentes. Toppei es un homenaje al hombre lobo clásico porque se transforma con la luna llena. Pero sin ir más lejos, la excusa de su viaje a Tokio, donde tiene la esperanza de encontrar a su padre desaparecido, nos revelará que su padre sólo se transforma cuando ve postes de electricidad. Lo que no sabía Toppei es que una parte de su familia de vampíricos, quienes se han visto oprimidos durante tanto tiempo, ahora están decididos a declarar la guerra a la humanidad. Como suele pasarle al Tezuka personaje de manga, éste se verá envuelto en una serie de intrigas monstruosas que hasta ahora ni siquiera habría sido capaz de imaginar.

Lo que sostiene esta inmensa saga a lo largo de lo que fueron tantas entregas y hoy en día un compacto integral que incluye además siete historias adicionales a la trama principal, recuperando a los personajes principales, tiene su explicación en la inteligencia con la que Tezuka afrontó siempre sus creaciones, de un modo metódico y sin fisuras, como él mismo explicaba: «antes de enfrentarme a la creación de un nuevo manga, lo primero que hago es establecer la temática pensando en cómo hacer que me salga una oba original y que no se parezca a ninguna de las otras. La temática es aquello que uno quiere expresar a través de la obra». Posteriormente seleccionada un argumento y desarrollaba a los personajes principales, atendiendo a la importancia de los tópicos de los que a veces dependía el éxito comercial de una serie: «para que los lectores disfruten la historia, el chico protagonista debe ser guapo y apuesto, porque si pones a un protagonista de cara rara y esperpéntica, entonces lo que te sale es un manga de humor o absurdo». Sólo con todos esos elementos pulidos, afrontaba la creación pormenorizada de la historia.

La temática de Vampires, lejos de ser un cuadro de buenos y malos enfrentándose hasta el infinito, parte, en palabras de Tezuka, de una premisa más profunda: «todos hemos tenido alguna vez impulsos de perder los estribos, pero en general siempre hemos tenido que reprimirlos. Hay veces en las que hemos tenido ganas de pegarle un puñetazo a alguien y no lo hemos hehco. Y eso es porque estamos atados por una serie de normas sociales y ciertos valores éticos. ¿Sería divertido no tener esas ataduras y poder hacer lo que nos diera la gana cuando nos apeteciera? ¿Sería esa nuestra verdadera esencia, aquello por lo que vivimos? ¿O acaso somos más felices cuando nos encontramos limitados por normas y valores éticos y vivimos honestamente? Mi intención con este manga es explorar cuál de las dos opciones podría ser mejor». Para ello los vampíricos son personajes ideales: mitad humanos, mitad bestias. Aunque lo más curioso es que no serán ellos los que lleguen al límite de cualquier conducta ética, porque de eso se encargará el atractivo personaje de Rokurô Makube, el implacable Lock que pondrá a prueba al protagonista Toppei y al elaboradísimo elenco de personajes secundarios inolvidables, desde el propio Tezuka al hermano de Toppei, Chippei, pasando por Saigô, el único amigo de Lock, el inspector Geta o los personajes femeninos de Mika Ônishi y Ruriko Iwaneyama. Todos ellos contribuyen a mantenernos a pie de historia de la primera a la última página, asistiendo a un relato tan perfectamente orquestado que su estructura y entretenido resultado siguen siendo disfrutables a día de hoy como cuando fueron publicados por vez primera. Esa reconocida referencia de Tezuka a Macbeth no hace sino confirmar la vigencia de toda obra escrita o dibujada capaz de crear, por encima de su autor, tramas y personajes que, al cabo de las páginas, adquieren casi vida propia. Y Vampires, una saga indudablemente fantástica pero con preocupaciones muy realistas, puede disfrutarse en estos tiempos tanto como en 1966. Ya seas completista de la obra de Osamu Tezuka o si quieres descubrir su obra, Vampires es una apuesta segura.

SOBRE EL AUTOR

OSAMU TEZUKA

Resumir en un párrafo la vida y obra del mangaka y animador japonés que, por miles de razones sigue siendo conocido popularmente en su país como «el dios del manga» es casi tan imposible como abarcar las miles de páginas dibujadas y creadas a lo largo de su vida. Gracias a su obra se expandió y difundió masivamente la lectura del manga como medio de entretenimiento popular en todo Japón y fuera de él. Su manera de desarrollar y crear, basada en las técnicas de la cinematografía y de genios de la animación como Walt Disney, replanteó la tradicional realización de las historietas hacia un manga con una trama mucho más elaborada y compleja.

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