Dibujar por el mero placer de dibujar: «Cementerio estelar» de Carlos Giménez. Edita Reservoir Books

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La obra de Carlos Giménez es en realidad tan vasta como acertados todos sus acercamientos al género de la ciencia ficción. Curiosa contradicción o quizás casualidad complementaria del autor, al que una gran parte de lectores recordarán sobre todo por ese titulo ya inmortal que es Paracuellos, serie a la que el autor daba fin recientemente con el libro 9, Un hogar no es una casa. Hablar de su legado da para un libro que el autor sigue escribiendo con sorpresas como este Cementerio estelar, una novela gráfica que, como él mismo explica en el imprescindible prólogo de la obra, «debo decir que lo dibujé pensando sólo en mí. Lo dibujé por el mero placer de dibujar, porque me apetecía, por el mero motivo de disfrutar haciéndolo». Con un estilo tan reconocible y versátil, la explicación que sigue por parte del autor nos aclara algo que, como lectores, resulta inconcebible, y es que en blanco y negro a a color, la experiencia de saborear sus libros sólo puede ser satisfactoria. Lo que muchas veces no nos paramos a pensar son evidencias como que «hacer tebeos, contar una historia con imágenes, nos obliga a hacer dibujos muy reiterativos, a dibujar en tamaño muy pequeño y a colocar en cada viñeta muchos personajes y objetos diferentes».

En todos los casos, Cementerio estelar es una nueva demostración del despliegue artístico desatado de Carlos Giménez que coincide en ese anhelo de viñetas grandes y a la vez detallistas con una narración impecable. Disfrutado por su autor en su segunda concepción, es un libro que el lector disfruta de principio a fin, que no olvida el realismo trágico que puebla cualquiera de los libros costumbristas e históricos del autor, pero que se enclava en la ciencia ficción más pura y culta y culmina un camino de títulos que personalmente considero imprescindibles como Dani Futuro (1969-1970), Hom o su adaptación gráfica de La máquina del tiempo de H. G. Wells (2017), por mencionar unos cuantos. Y sí, reincidimos en que se trata de una «segunda concepción» porque Cementerio estelar fue en realidad un guión original que Giménez escribió para el tristemente desaparecido Alfonso Azpiri. «Carlos, quiero que me hagas un guión como esos que haces para ti, que sea bonito de dibujar, como por ejemplo una adaptación de Jack London en plan ciencia ficción», recuerda el autor. Y así lo hizo y así lo dibujó Azpiri. Hoy en día las redes te llevarán enseguida a la portada e incluso páginas interiores de ese libro dibujado por Azpiri de un modo tan propio y distinto a su vez. Comparar lo que él hizo en su día con lo que Giménez nos regala ahora es, como mínimo, curioso. Cómo dos autores tan grandes a nivel artístico afrontan la misma idea, el mismo guión, con resultados tan diferentes.

Pero centrándonos en la versión completa en que guionista y dibujante lo dan todo, Carlos Giménez lleva verdaderamente a otro nivel su adaptación al espacio de varios relatos del indómito Jack London: La gran medicina es una adaptación libre y verdaderamente salvaje y sin filtros de Lost face; mientras que Ik-Kok, adaptación del original Mauki, fue por el que empezó el autor a dar vida a este libro completo: «lo pasé muy bien dibujando este episodio, uno de los varios que componen el libro (…) Tan bien me lo pasé que, una vez que terminé este episodio, dibujé otro y después otro, hasta que terminé de dibujar todo el libro». Cierra Cementerio estelar El Rojo, adaptación libre de The Red One, un muy inspirado relato donde destaca especialmente la gran labor del dibujante Carlos Vila, colaborador habitual de Carlos Giménez que ha dado color a todo el libro logrando un respetuoso sabor a relato clásico, con una paleta variada e idónea para cada momento. Si has leído los cuentos originales de London disfrutarás también comparando los lugares y tiempos tan distintos en que las historias de Cementerio estelar te sitúan y te hacen viajar. La experiencia y el resultado es, como en toda buena historia de aventuras, la evasión total mientras te pierdes en toda una experiencia visual. Ahora solo queda esperar a ver de qué modo es capaz de sorprendernos nuevamente la maestría de Giménez cuando de nuevo se disponga a idear una nueva historia en éste o cualquier otro mundo aún por conocer.

Sobre el autor:

© Fotografía cedida por el autor

Carlos Giménez (Madrid, 1941) es el autor más importante de la historieta española de las últimas cinco décadas. Cronista de la transición política en la trilogía España: Una, Grande y Libre (1976-1977) y autor del mejor retrato interior del mundo del cómic español en la serie Los Profesionales (1981-2003), es también el máximo exponente del tebeo autobiográfico con las series Paracuellos (1976-2017) y Barrio (1977-2001), o en álbumes como Rambla arriba, Rambla abajo (1985) y los más recientes Crisálida (2016), Canción de Navidad (2018) y Es hoy (2020), que conforman la Trilogía del crepúsculo. En otros trabajos recientes, ha centrado su atención en la Guerra Civil española, con la tetralogía 36-39: Malos tiempos (2007-2008), y asimismo ha regresado al panorama de las agencias de dibujantes con la serie Pepe (2012-2014). Ha realizado, además, a lo largo de su dilatada carrera, algunos de los mejores cómics españoles de ciencia ficción como Dani Futuro (1969-1970), Delta 99 (1967-1968), Hom (1977), Érase una vez en el futuro (1979-1980), Mientras el mundo agoniza (2021), o las adaptaciones gráficas de La peste escarlata de Jack London (2015) y La máquina del tiempo de H. G. Wells (2017). Ha recibido importantes galardones en su trayectoria creativa, entre los que destacan la Medalla al Mérito de las Bellas Artes en su categoría de Oro (2003), el Gran Premio del Saló del Còmic de Barcelona (2005), el Premio del Patrimonio del Festival Internacional de la Historieta de Angulema por Paracuellos (2010), el Premio del Gremio de Libreros de Madrid por Crisálida (2016) o el Premio Acero de la Fundación Domingo Malagón (2017).

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