Como en todo género que se precie, y en especial en uno como el manga, cuya conquista mundial es a día de hoy plena y completa, cualquier aficionado que se precie sabe que si algo caracteriza la imaginación y buen hacer japonés es atender el gusto de prácticamente toda afición, género y temas posibles: kodomo, shōnen, shōjo, seinen, josei o hentai son sólo algunas de las denominaciones dentro del manga que dividen los géneros según le gusten a adolescentes, niños, chicos, chicas o exclusivamente adultos. Y un poco más lejos incluso del manga erótico llegamos a universos más delicados. Este es el caso del eroguro, aplicado también al mundo del manga pero que originalmente nació como movimiento artístico en Japón como protesta a la infinidad de temas tabú de dicho país. En eroguro “ero” hace referencia al erotismo y “guro” recalca que se orienta a lo grotesco, de modo que en este tipo de obras es habitual el uso de sangre, gore y diferentes tipos de parafilias o fetichismos. Este género proliferó sobre todo en el tiempo de entreguerras en Japón, en una época desesperada, nihilista y vital a la vez. Ejemplos de esta corriente fue el nacimiento de nuevas revistas como, en 1926, la memorable Hentai shiryô («material degenerado»). Autores reconocidos dentro de este género son Edogawa Rampo (cuyas obras literarias han sido adaptadas al cine y al manga), Toshio Saeki, Toshio Maeda, Henmaru Machino, Junji Ito y, por supuesto Shintaro Kago.
Los dos últimos han sido afortunadamente promovidos y recuperados sin reparos y con total acierto por ECC Cómics desde hace tiempo, haciendo posible disfrutar al fin en castellano y en cuidadas ediciones de títulos a quienes resultaba difícil encontrar incluso en ediciones inglesas. En el caso de Shintaro Kago, ECC ha publicado alguna de sus obras básicas más cercanas al lado del terror que también abarcan las obras eroguro como la inquietante Anamorfosis. Lo mejor es que, para no asustar a nadie y hacer posible el descubrimiento de este género de un modo quizás más moderado, ECC también ha editado otras obras de Shintaro Kago donde éste demuestra su gran sentido de un humor negro bastante distinto al occidental, ya que éste se mezcla con una capacidad inventiva y excesos sin freno a los que normalmente no estamos acostumbrados en Europa. Se trata de dos obras: Compendio de la verdadera historia universal y Dance! Kremlin Palace, en las que el autor reinventa completamente la historia de la humanidad mezclando pasado con presente y superando continuamente todo límite del absurdo más absoluto. Imagina a Cristóbal Colón colgando vídeos o a Hitler haciendo búsquedas sobre sí mismo en internet o bien a los líderes comunistas retratados en una sátira de la cultura comunista rusa al completo.
Shintaro Kago alcanza así el nivel siguiente del género practicanto el eroguro-nansensu, donde «nansensu» es un añadido venido del “nonsense” (sinsentido) en inglés, donde se mezclan lo ridículo, lo sobrenatural y un humor negro ilimitado. Los dos libros anteriores explican por qué Shintaro Kago es considerado uno de los gurús de este estilo de manga, pero particularmente y si nunca leíste nada antes del autor o de esta temática, con La formidable invasión mongola vas a vivir algo que nunca creíste posible llegar a experimentar con viñetas.
Como si fuésemos a asistir a un manga histórico corriente, Shintaro Kago nos coloca inicialmente en el nacimiento del Imperio Mongol, que realmente llegó a dominar parte del continente euroasiático hace siglos. Sin embrago, en la primera batalla en la que se menciona el poder creciente e imparable de un jefe de tribu llamado Temujin y al que la Historia conocería posteriomente como Gengis Khan, descubrimos que el arma más mortífera del ejército mongol son sus peculiares “caballos”, que nos acompañarán en este libro a lo largo de diferentes momentos de la Historia reinventados con la desbordante e increíble imaginación de Shintaro Kago. Teóricamente, debemos creer en esta visión del mundo detallada y surrealista a la vez que hace tiempo, en este mundo, vivían unos gigantes que se usaban como herramientas y, en un momento de cambio en la historia, desempeñaron un importante papel. Y es que La formidable invasión mongola es apenas el primer capítulo de un libro autoconclusivo que sigue con “La formidable conquista de las rutas marítimas”, “La formidable revolución”, “La formidable Gran Batalla” y “Un mundo formidable”. O, lo que es lo mismo, el hilarante progreso de este universo alternativo donde los caballos mongoles, que son las manos cortadas a viejas diosas aletargadas, suponen el mayor progreso para la Humanidad desde la época de los descubrimientos a los de la revolución industrial, pasando por las Grandes Guerras que lo cambiaron todo antes del siguiente período de paz, prosperidad y… caballos mongoles.
Honestamente, hacia tiempo que no leía algo tan sorprendente, exagerado y, sobre todo, original y divertido a la vez. Shintaro Kago practica el eroguro a conciencia y, como lector, a cada página y capítulo no sabes cuál será la siguiente barbaridad creativa de la que el autor será capaz. Y éste siempre encuentra algo más, una máquina más retorcida o una criatura más imposible en una mezcla orgánica que supera y va más allá que todo lo que conocías hasta este momento. Después de leer a Shintaro Kago tendrás la sensación de que la más escandalosa idea o película de David Cronenberg y su “nueva carne” es, en comparación, un cuento para niños al lado de lo que el japonés es capaz de ofrecernos. Lo mejor: que la exageración es tal que, incluso sus personajes apenas se toman a si mismos en serio más allá de una locura donde, de verdad, todo es posible. No obstante, como también avisamos al principio, las dosis de humor que llenan cada viñeta o los momentos teóricamente más serios o dramáticos son tan altas que la seriedad es imposible y lo más probable es que disfrutes, si te animas, de La formidable invasión mongola, sin poder evitar una continua sonrisa, o incluso carcajadas en algunos casos.
SOBRE EL AUTOR
SHINTARO KAGO
Nacido en 1969 en la ciudad de Tokio, Shintaro Kago debutó en el mundo del manga a finales de los años 80, concretamente en 1988, trabajando para la revista Comic Box. Se le conoce internacionalmente como un autor de género guro, donde el erotismo y lo grotesco se dan la mano y llegan a límites insospechados, y aunque lo excéntrico suele ser su norma, también ha realizado otros trabajos más moderados pero no por ellos menos creativos y enrevesados. Sus obras e ilustraciones, calificadas universalmente como “la paranoia moderna“, son conocidas en papel pero también han sido llevadas a medios audiovisuales (cortometrajes), e incluso cuenta con su propia línea de juguetes.