Las directoras y directores de cine, los buenos y las mejores (y cada vez más escasos ambos casos), quienes son capaces de generar interés suficiente para que la gente vaya a ver películas sólo por su nombre, suelen permitirse el capricho de tener actores y actrices fetiche que hacen aún más reconocible su estilo único. El mismo fenómeno es aplicable a las editoriales de libros y cómics. En el lado menos romántico del fenómeno, prevalecen las ventas seguras de determinados autores que los aficionados saben ligados a marcas editoriales, de modo que mantenerlos en su escudería es garantía de éxito comercial y prestigio. Pero permitidme que os recuerde que también hay respetables sellos editoriales que si aprovechan el éxito de sus nombres es para poder arriesgar en la medida de todas sus posibilidades por otros a los que darles una oportunidad, construirles su público y demostrar, a largo plazo, que no estaban equivocados y que el nuevo fenómeno lo crearon ellos de la nada. Reservoir Books lleva toda su existencia haciendo esto. Apostando siempre por la calidad pero también por otras formas de ver y entender la creatividad. Nombres universales del cómic como Marjane Satrapi, Art Spiegelman, Emil Ferris, Joe Sacco, Carlos Giménez, Charles Burns, Moebius… han acompañado a otros nombres a los que la editorial ha convertido en habituales de charlas sobre la novela gráfica actual: Keum Suk Gendry-Kim, muy pronto Tessa Hulls y, por supuesto desde que apostaran por su visión única de entender educación, inteligencia y viñetas en 2018, Liv Strömquist, una verdadera mujer renacentista llegada de Suecia capaz de crear historietas fuera de lo común pero también popular escritora, locutora de radio y televisión e incluso guionista y artífice en 2018 del cortometraje animado The Fat Dumpling que se estrenó en el Festival de Cine de Sundance. Ella es nuestra protagonista hoy con su recientemente publicado La voz del oráculo.

La actitud y el estilo de Liv Strömquist como autora de cómics es una peculiar y única forma de plantear temas siempre actuales, discutir sobre ellos enlazando los diálogos de sus personajes y, finalmente, resolver todos esos pensamientos a través de su curioso diálogo interno donde sus dibujos, caligrafía y particular sentido del espacio traducen en novelas gráficas completamente diferentes cada una de sus novedades. Cuando a la autora le preguntan sobre cuándo empezó a interesarse por los cómics, le gusta decir que empezó a dibujar algunos cuando era niña, alrededor de los siete u ocho años. Sólo que, a diferencia de la mayoría de protagonistas de este rincón virtual, Liv Strömquist obtuvo se formó y obtuvo un titulo no en Bellas Artes, sino en ciencias políticas. Como en toda mente capaz de hacer más de una cosa a la vez, la autora sumó su formación y activismo, publicando sus primeras tiras de cómic reales en el fanzine Rikedomen, mientras participaba activamente en el movimiento feminista sueco. Añadiéndose pronto revistas como Dagens Nyheter, Galago y Ordfront Magasin, cuando publica su primer libro en 2006, Hundra Procent Fett, colección de ilustraciones y cuentos, a menudo autobiográficos, marcó su estilo presentándose como autora de cómics «con ideas feministas y socialmente comprometidas, sólidamente ilustrada con un conjunto de datos».

Dejando clara su opinión desde las primeras páginas, siempre firme y sarcástica pero siempre basada en los datos que dejan en ridículo a los personajes a los que deja en evidencia, Liv Strömquist empieza La voz del oráculo demostrando por qué éste es un «libro de desarrollo personal y autoayuda contra el desarrollo personal y la autoayuda». Durante cinco páginas de viñetas casi idénticas, tan repetitivas como cualquier teletienda al que nos pueda recordar, un personaje femenino se dedica a indicarnos exhaustivamente las propiedades de un masajeador facial para usar antes de irse a la cama donde al final lo único que importa es su exorbitado y absurdo precio.

Con pequeño capítulo incluido dedicado a Delfos, ese lugar y oráculo de culto de la antigua Grecia que presta su simbolismo al título y a la portada del libro, Liv Strömquist analiza y en realidad desenmascara a todas esas personas, sabios, expertos, consultores, entrenadores personales y en realidad habituales charlatanes, estafadores y aprovechadas y aprovechados de la natural debilidad humana desde el principio de lo que llamamos civilización. En Delfos las sacerdotisas se consideraban «canales para la voz del dios Apolo y, por lo tanto, capaces de contestar a preguntas, dar consejos y hacer predicciones del futuro». Y gente de todo el mundo peregrinaba para escuchar sus opiniones. Algo más cerca de nuestros días y con personajes reales que, leídos de principio a fin rozan el ridículo más absurdo y, sin embargo, fueron nombres verdaderamente influyentes, la autora desmonta todo ejemplo posible a lo grande en un alarde de palabra y dibujo tan ágil como afiladas sus conclusiones. Imagina: Carrol Righter, que rogaba en sus horóscopos «ser bellos y felices» llegó a ser el astrólogo de un presidente tan voluble como Ronald Reagan; La mismísima duquesa Meghan Markle escribía consejos de vida sobre plátanos distribuidos a trabajadoras sexuales callejeras cuando aún formaba parte de la familia real británica; el influencer masculinista Rollo Tomassi, aconseja a los hombres permanecer quietos en la entrada de sus casas para tener control sobre sus relaciones románticas; La psicóloga de Instagram Nicole LePera nos insta a establecer límites con las personas que se aprovechan de nuestro capital emocional… y todo es verídico… leer y ver para creer.

No es de extrañar que a Liv Strömquist le hayan sobrado ejemplos para esta novela gráfica en la que casi se queda corta cazando la credulidad del ser humano medio que, incluso llegados al campo de la filosofía y la sociología con nombres teóricamente tan conocidos como «respetados» como Zygmunt Bauman, Hartmut Rosa, Slavoj Žižek, Eva Illouz, Byung-Chul Han o Jacques Lacan a cuyas ideas y pensamientos Liv Strömquist saca punta hasta agotar todos los lápices de consejos de baratillo, desinflándolos hasta el punto de que el texto sorpresa de un rollito chino adquiere el nivel de obra de ingeniería superior de pensamiento en comparación. Con un divertidísimo sarcasmo creciente a cada colorida página ilustrada y nuevo ejemplo, en especial cuando llegamos a nuestro tiempo, donde las redes sociales salidas de pequeñas pantallas azules son capaces de tergiversar y dominar la opinión pública y al mundo entero, Liv Strömquist demuestra una vez más las carencias mentales de nuestra sociedad de consumo. O lo que es lo mismo: cada vez porcentajes más alto de la población mundial carecen de inteligencia suficiente para ejercer la autocrítica, para pensar por si mismos y descubrir, como bien dice la autora, que a veces el mejor consejo es no seguir ningún consejo.

SOBRE LA AUTORA

LIV STRÖMQUIST
Liv Strömquist (Lund, 1978) es una de las historietistas más prestigiosas de Suecia, así como una popular locutora de radio y televisión. Tras licenciarse en Ciencias Políticas, debutó en el mundo del cómic con Hundra procent fett (2005), al que siguieron, entre otros, Einsteins fru (2008), Prins Charles Känsla (2010), Ja till Liv (2011), El fruto prohibido (Reservoir Books, 2018) y Los sentimientos del Príncipe Carlos (Reservoir Books, 2019), No siento nada (Reservoir Books, 2021), La sala de los espejos (Reservoir Books, 2022), Astrología Liviana (Reservoir Books, 2023) y La voz del oráculo (Reservoir Books, 2025). Liv Strömquist es una firme activista del feminismo y las políticas de asilo. Suele publicar artículos en medios de gran difusión, como Trade New, Ordfront Magazine, Aftonbladet o Dagens Nyheter. En 2016 fue nombrada doctora honoris causa por la Universidad de Malmö. Actualmente trabaja para el Swedish Arts Council.