Conocer y descubrir nuevos rincones de la Historia de esta Humanidad nuestra, tan carente de esa misma cualidad a veces, supone reincidir una y otra vez en cometer los mismos errores. En la actualidad, donde el ahora mismo ya es incluso viejo ante el reclamo luminoso o la siguiente distracción digital, resulta aún más obvio percatarnos de nuestra escasa memoria o, lo que es peor, del interés de las masas por entender o llegar a rebelarse ante lo que nos pasa. Podríamos poner mil ejemplos: cientos de guerras, conflictos, maltratos y abusos interminables nos acompañan desde que este planeta tuvo la mala suerte de que lo poblásemos como la especie más dañina. La razón en la mayoría de los casos es la ambición en la lucha por el poder.
No obstante, lo que nos hace complicados también es capaz de provocar maravillas: nuestro conocimiento nos ha hecho avanzar siempre, dejando además testimonio de ello y de todas las facetas amables de las que un ser humano es capaz: desde la belleza del arte a la brillantez de cada nuevo descubrimiento. Las guerras del pasado acabaron con las maravillas del mundo creadas por el ser humano pero también, en demasiadas ocasiones, con el testimonio escrito de nuestro paso por el mundo: los libros y las maravillosas bibliotecas en las que se guardaban. Conocido es el trágico fin de la biblioteca de Alejandría. Aunque ese recurso indeleble de nuestro conocimiento ha ardido muchas más veces. Reciente en el recuerdo colectivo europeo quedan las imágenes de los nazis quemando libros durante la Segunda Guerra Mundial o, aún más cerca, la biblioteca de Sarajevo, arrasada completamente por bombas de fósforo durante la guerra de la antigua Yugoslavia en 1992.
Por desgracia esta insana costumbre de tratar de borrar nuestro pasado viene de mucho antes. Y leyendo esta maravilla de libro que es La Bibliomula de Córdoba, por poco que busques, descubrirás que lo que ocurrió en el siglo X en Córdoba es sólo un ejemplo más del fanatismo provocado por el ansía de poder y el extremismo de cualquier religión. La Bibliomula de Córdoba nos lleva a los lejanos tiempos de Al-Ándalus, en el año 976. Durante casi sesenta años, el califato llevó por bandera la paz, cconvirtiéndose en todo un faro del saber, la cultura y la ciencia. El califa Abderramán III y su hijo Alhakén II hicieron de Córdoba la capital occidental del saber, capaz de rivalizar en magnificencia con Bagdad y Constantinopla. Pero Alhakén II murió joven, y su hijo heredó el trono con tan solo diez años. Aprovechando el vacío de poder, uno de los visires, Amir, dio rienda suelta a sus ambiciones apoyado sobre todo por los radicales religiosos, humillados por el reinado de dos califas apasionados por la cultura griega, india y persa, la filosofía y las matemáticas. El precio de su apoyo: ver quemados los 400.000 libros de la biblioteca de Córdoba, por tratarse de escritos y manuscritos que atentaban contra los preceptos del Corán. En este auténtico crimen contra el conocimiento ardieron obras que, en muchos casos, eran los únicos ejemplares existentes.
Justo en ese momento comienza la odisea de Tarid, el eunuco encargado de la biblioteca y enamorado de cada una de las maravillas que guardaban aquellas ordenadas paredes. Con una determinación impensable en un personaje de complexión tan relajada, Tarid pretende salvar todos los libros posibles cueste lo que cueste. Conmovida de igual forma por el fin que le espera a tantas páginas inocentes, Lubna, una joven copista de color, ayuda a Tarid a sacar todos los libros posibles de la biblioteca. Sin ser un giro de guión moderno, hay que remarcar una vez más lo avanzado de la sociedad musulmana en la Edad Media, ya que el anterior califa, rendido al saber racional, contrataba real y preferentemente a copistas mujeres en su labor de preservar la ingente cantidad de manuscritos escritos en tantas lenguas diferentes.
La casualidad y la suerte, según se mire, pone delante de Tarid a una mula en la que poder cargar todos los volúmenes. En realidad, Lubna noquea accidentalmente a Marwan, el dueño de la mula y antiguo aprendiz de Tarid, provocando que al final ambos se vean obligados a huir también de Córdoba junto Tarid en un durísimo periplo en aquella península ibérica ocupada por los musulmanes, sin un destino o solución probable para salvar los libros en la que resulta la peor y más terca mula posible. Perseguidos por una milicia de mercenarios bereberes y obligados a malvivir entre las miserias a pie de camino, el apasionante viaje junto a estos cuatro personajes (y todos los libros), es un relato revelador de una profundidad conmovedora.
“Este es un libro sobre el conocimiento y su transmisión”, explica Wilfrid Lupano, conocido por obras como El lobo en calzoncillos o la más reciente Blanco alrededor, ambas publicadas por Norma Editorial. “Por eso hemos elegido a la mula. Es el animal perfecto para ilustrar esta transmisión lenta, laboriosa pero decidida. Nos permite reflexionar sobre la forma en que el saber ha llegado hasta nosotros desde aquellos tiempos, con todos los peligros que ha encontrado. El hecho mismo de que algunas de estas obras sigan existiendo hoy en día es casi milagroso. Y eso se debe a todos los intermediarios, los bibliotecarios, los copistas, todas las personas que dedicaron su vida a transmitir el conocimiento”. Los autores aseguran haberse conmovido mientras se documentaban para este proyecto, que habla de la oposición entre saber y fanatismo, la instrumentalización que el poder hace de las religiones y el heroico afán de unos por salvar el conocimiento. Una historia que, en sus palabras, no solo mira hacia el pasado, sino que también “plantea cuestiones sobre los tiempos en que vivimos, en los que con la tecnología digital no tenemos una solución real a largo plazo. Sabemos que ninguna tecnología actual tiene una vida útil de más de veinte o treinta años y, sin embargo, ¡todavía tenemos libros que tienen más de cinco o seis siglos! Realmente tenemos que hacernos estas preguntas”.
EDICIÓN ÚNICA PARA UN LIBRO SOBRE LIBROS ÚNICOS
Junto a una historia de las que merecen leerse y que da mucho en que pensar, hay que destacar, de entre las normalmente cuidadas ediciones de Norma Editorial, el impresionante despliegue con un libro que, junto a muchos otros temas, habla sobre todo del amor a los libros, tanto por su contenido como por lo que representan las páginas y el papel en estos tiempos digitales. A la elección de un papel de un gramaje de calidad extra para hacernos disfrutar del increíble dibujo de línea clara de Léonard Chemineau, con un color excepcional de Christophe Bouchard, se añaden todo tipo de detalles en un formato algo más pequeño que el europeo habitual, más manejable. Con acabados en tinta dorada en el lomo y ambas tapas, los cortes de las páginas han sido coloreados como el fondo de la cubierta, dándole una apariencia completa de tomo único salido de una biblioteca tan especial como la que visitamos en el relato. El conjunto lo completa una cinta marcapáginas dorada que recuerda también a libros de otro siglo más que a los de éste. La conclusión final es que La Bibliomula de Córdoba se disfruta en muchos sentidos y su lectura es obligada para no olvidar las barbaridades contra la cultura cometidas por los fanatismos. Sólo el conocimiento o conocer la Historia puede evitarnos tropezar con la misma piedra de nuevo.
SOBRE LOS AUTORES
WILFRID LUPANO
Nacido en 1971 en Nantes (Francia), pronto se traslada a la localidad de Pau, donde pasa la mayor parte de su vida y donde reside todavía hoy después de pasar varios años en Toulouse. Después de cursar estudios y obtener una licenciatura en Literatura, pasa a estudiar filosofía en la Sorbona. El cómic ha sido siempre una parte muy importante de su vida, y desde joven gustaba de analizar las técnicas narrativas y los guiones de los tebeos que leía. Su afición por los juegos de rol, en los que desempeñó el papel de master, le ayudó a forjar sus habilidades a la hora de alumbrar fantasías e hilar la narración. Pronto conoció a Roland Pignault y a Fred Campoy, con quien hizo su debut como guionista. En Norma ha publicado El lobo en calzoncillos, la serie Los viejos hornos y Blanco alrededor.
LÉONARD CHEMINEAU
Nacido en 1982, destacó por primera vez en el concurso para jóvenes talentos del Festival Internacional del Cómic de Angulema de 2009. Ingeniero de formación, especializado en medio ambiente y desarrollo sostenible, en la actualidad se dedica al cómic. Su primer álbum, Los amigos de Pancho Villa (Casterman) fue lanzado en 2012. Le siguen Les Premiers (Casterman, 2014), escrita por Stéphane Piatzszek, pero también Julio Popper: el último rey de Tierra del Fuego (Rue de Sèvres, 2015) y la serie Jacob el trabajador de la noche (Rue de Sèvres, 2017), ambos con guión de Matz. En 2018, firma en solitario Edmond (Rue de Sèvres). En 2021 se unió a Dargaud, creando junto a Wilfrid Lupano La bibliomula de Córdoba.