Lo mejor de la diferencia entre culturas es, precisamente, lo que las hace únicas a todas ellas. En el mundo del cómic no hay mejor distinción que hablar de cómic europeo, comic norteamericano, manga japonés… Porque incluso cuando la mezcla a partir del arte hace que los mejores triunfen universalmente, en cualquier rincón, sin importar idioma o forma, lo cierto es que esas mismas etiquetas que a veces tan sólo ayudan a una editorial a ordenar sus novedades, para el aficionado son verdaderas ventanas a formas distintas de entender la vida. El cómic franco-belga o sencillamente francés, es en muchas cosas como el resto de sus manifestaciones artísticas. Y este Antananarivo es en viñetas lo que esta misma historia podría ser contada en una película o en una novela. Si eres aficionado al cómic europeo en especial, como lo somos (y mucho) en este rincón virtual, posiblemente esta peculiar novela gráfica te está llamando apenas vista su portada, como lo hizo, para bien, con nosotros. La forma y el estilo de dibujo del incomparable Sylvain Vallée (Érase una vez en Francia, Katanga), el color elegido, el título y, sobre todo, el acierto de presentarnos y llamar nuestra atención sobre los protagonistas de la historia: dos ancianos que sin duda tienen mucho que contarnos.
Antananarivo comienza con una de las muchas historias que Joseph Gaston Siegneur, Jo, parece contarle a su amigo y vecino Amadeo Petit-Jean cada noche, al abrigo de creerse épico aventurero el entrado en años pero esbelto cuentacuentos y sobre todo azuzado y encendido por la obvia admiración de su más achacoso amigo. El uno, tras su paso por la Legión Extranjera, fue luego «prospector, gigoló, agricultor, un día rico, otro mendigo… Pero hiciese lo que hiciese, siempre fue con el entusiasmo y la frescura de las extraordinarias aventuras de Pinpín«. Por supuesto, Pinpín, de quien veremos álbumes e incluso páginas recreadas por el talento de Sylvain Vallée, es un nada velado homenaje al personaje de Hergé que ahonda el abismo que separa a Jo, para quien ese era su modelo («el héroe de mi juventud, en las historietas que me traía mi padre de Francia»), de la aparente trivialidad existencial de Amadeo, notario jubilado de vida tan sedentaria como anodina.
Lo que no saben ninguno de los dos es que, los caprichos del destino, quizás lo natural a ciertas edades en realidad, va a trastocar los herméticos papeles de ambos personajes hasta el punto de que Amadeo se verá envuelto en una nada intencionada excursión que para él, a su edad y ausencia de metas en su vida, se convertirá en una verdadera odisea, contada con magistral agilidad por el guionista Mark Eacersall, dibujada con la misma parsimonia y ritmo sin prisa de la mejor película francesa por Sylvain Vallée y coloreada con un preciosismo milimétrico por la veterana y brillante colorista Delf.
Pocos cómics como Antananarivo demuestran la procedencia artística de su escritor, Mark Eacersall, quien proviene de una amplia trayectoria en el sector audiovisual. «El cómic me permite hacer todo lo que no podía hacer en el audiovisual -afirma rotundo este sólido guionista-, incluso ser director del proyecto. Hay dos interlocutores, el editor y el dibujante, y no una cadena de decisiones de 40 personas que lo diluyen todo. ¡Siento que finalmente estoy haciendo mi trabajo! Siempre he dado lo que he podido en mi trabajo, pero en mi experiencia en el audiovisual hay mucha gente poco trabajadora y un montón de trabas como el dinero, gente que opina aunque no tenga ni idea de qué hablan, a diferencia del cómic. Aquí me lo paso genial, conozco creadores, trabajo todos los días, se hacen cosas… Desde hace 25 años, Francia es un lugar de enorme creatividad. Todo es posible y hay público. Es cierto que actualmente hay debates que no quiero desarrollar sobre la remuneración de los autores, pero para mí, creativamente hablando, es maravilloso».
La promesa de historias increíbles vividas en los cuatro confines del mundo y, aún más sorprendente, la insistencia y cabezonería del asustadizo e hipocondríaco Amadeo nos llevan a una inesperado road cómic a bordo del descapotable de Amadeo, que nunca había salido del garaje del que os invitamos a que lo descubráis todo sin chafaros ninguno de los bien traídos giros de guion e innumerables reflexiones sobre el tiempo, la edad y lo poco que a veces conocemos a aquellos junto a los que creemos haber pasado una vida entera en una nueva edición impecable de Norma Editorial donde brillan con luz propia los acabados de este libro en tapa dura impreso en un papel mate que resalta el verdaderamente increíble trabajo al dibujo de Sylvain Vallée. Y es que, pese al sobresaliente trabajo ya citado de Delf al color, Vallée lleva tantas buenas páginas a su espalda siendo capaz de contar historias a través de su trazo fino tan puramente europeo, que es comprensible que en Francia este mismo libro se haya publicado también en una edición en pulcro blanco y negro.
Lo cierto y casi tan sorprendente como el cómic es la historia de cómo surgió esta idea en la mente de su guionista, Mark Eacersall, quien en entrevistas promocionales para Glénat en Francia contaba como «En 2003, en una o dos noches creo, escribí la sinopsis de lo que se convertiría en Tananarive. Fue para un concurso de guiones, del cual ni siquiera pasé la fase de selección. Unos años más tarde, impulsado por un productor de cine se puso en contacto conmigo buscando temas para desarrollar con un guionista desconocido de bajo coste. Le envié varias historias y, para mi sorpresa, se decantó por esta road movie sobre personas mayores. Así comencé a escribir el guión de Tananarive (el antiguo nombre de la capital de Madagascar, hoy Antananarivo). En aquella época, al no tener una oficina donde trabajar en casa, recuerdo haber escrito esta historia en invierno, en el ático sin calefacción de la empresa parisina de mi cuñado, con el ordenador colocado sobre una mesa de ping-pong. Un día, mientras viajaba en el metro, vi un objeto de plástico en el suelo. Era una tarjeta profesional perteneciente a un economista del FMI, nacido en… ¡Tananarive! No podía creer lo que veía y llamé inmediatamente a mi productor para decirle que esta coincidencia presagiaba un éxito seguro. Unos meses después, como nadie estaba interesado en el proyecto, asumí los derechos».
«Durante los siguientes años -continúa el guionista-, mientras trabajaba en otras historias, continué promocionando ésta de vez en cuando. Conseguí contactar con varios actores y un productor, pero después de mil idas y vueltas y a pesar de mi insistencia, se decidió que la película nunca se haría. En 2018, quince años después de escribir la sinopsis, adapté el guion al cómic y lo hice leer por Franck Marguin, editor en Glénat, con quien acababa de firmar mis dos primeras novelas gráficas. Después de leerlo, Franck me dijo con entusiasmo que tenía una ambición: hablar de ello con Sylvain Vallée, un gran nombre del cómic contemporáneo. Recuerdo haber dicho algo como: «¿Qué carajo le importo yo a Sylvain Vallée?» Pero Franck tenía razón al insistir porque, el fin de semana siguiente, Sylvain dijo que sí. Empezamos a hablar y rápidamente nos entendimos. Esta vez, parecía que Antananarivo iba a ver la luz, tal como lo había soñado, gracias al lápiz inspirado y exigente de Sylvain Vallée«.
Una recomendable y entrañable reflexión en viñetas que da vueltas a temas que, de lejos o muy cerca, son capaces de tocar y mover en nuestro interior la fina línea que separa la ficción imaginada, mentida o inventada de las vidas que a veces la superan siendo capaz tan sólo de afrontar la realidad con todos sus malos pero también buenos momentos. Verdaderamente imprescindible para aficionadas y aficionados al cómic europeo.
SOBRE LOS AUTORES
SYLVAIN VALLÉE
Nacido en 1972 en Sannois (Val d’Oise). Reside en el departamento de Seine-et-Marne. Comenzó su carrera como dibujante en publicidad e ilustración después de graduarse en el Institut Saint-Luc de Bruselas. Inicialmente conocido (y reconocido) por sus ilustraciones inspiradas en famosas películas francesas de la posguerra (Les Tontons Flingueurs, La traversée de Paris, Un taxi pour Tobrouk), publicó su primer álbum destacado, L’Écrin, en 1997 con Éditions du Cycliste, un thriller teñido de humor negro del que también escribió el guion. Ese mismo año conoció a Jean-Charles Kraehn quien le ofreció colaborar en la serie Gil Saint-André para Glénat. Sylvain será responsable del dibujo del tercer volumen y producirá los 5 volúmenes siguientes. En 2006 conoció a Fabien Nury, con quien produjo la serie Érase una vez en Francia editada en España por Norma Editorial, que tuvo un gran éxito tanto en crítica como en el público (la serie fue de hecho premiada en Angôuleme). Después de contribuir en XIII Mystery (un spin-off de XIII) con un álbum, creó en 2017, nuevamente con Nury, la serie Katanga (ambientada en el Congo en 1960). Los críticos y el público quedaron nuevamente cautivados por esta trilogía. En 2021, lanzó su primera novela gráfica: Tananarive, la cual ha sido aclamada y ha recibido múltiples premios en diversos festivales y eventos literarios.
MARK EACERSALL
Mark Eacersall es un guionista franco-británico que proviene del sector audiovisual. Ha trabajado en casi todas las profesiones del mundo del espectáculo, excepto en el de tragafuegos («La suerte quiso que durante unos quince años hiciera un montón de cosas: teatro, documentales, radio, música, montaje… Iba de una aventura a otra, ¡¡hasta hice horóscopos!!»). Es notoriamente aficionado a las aves y a los deportes de combate. GoSt 111, su primera novela gráfica publicada en 2020, recibió el premio Fauve Polar SNCF en la FIBD al año siguiente. En septiembre de 2021 publicó con Glénat (Norma Editorial en España)Tananarive junto a Sylvain Vallée (Érase una vez en Francia). También para Glénat en Francia, en 2022 comenzó a dirigir la tetralogía Pitcairn, la isla de los amotinados del Bounty, antes de firmar Cristal 417, que narra los inicios de una joven policía, y Kleos con Grand Angle. En 2024, se reencontró con Henri Scala en Morir en los brazos de mi enfermera (Glénat), que nos sumerge en el mundo de una ciudad de drogas. A principios de 2025 publicó Callé Málaga (Gran Angular). Reside en París.
DELF
Nacida en Quimper, Finistère, en 1970, Delf se ha convertido con el paso de los años en una de las coloristas de cómics más solicitadas. Tras finalizar el bachillerato, ingresó en la Escuela de Bellas Artes de su ciudad natal. Allí conoció a Hubert, quien también se consolidaría como un talentoso colorista y luego guionista. Delf completó sus estudios en la Escuela de Bellas Artes de Angers, donde se cruzó con el dibujante Yoann. Con el paso de los años, su investigación pictórica le llevó a dedicar cada vez un lugar más importante al color. Fue a principios de la década de 2000 cuando Delf finalmente se lanzó como colorista de cómics. Primero ayudó a su amigo Hubert en la serie Le Maître de pierre, antes de lograr su primer reconocimiento con Le Marquis d’Anaon, una saga de Fabien Vehlmann y Matthieu Bonhomme, cuyos colores fueron aclamados por la crítica y el público. Posteriormente, Delf se encargó del colorido de joyas como La desesperación del mono, Érase una vez en Francia, La escuela de las Capuchinas, El ojo de la noche y La Part de l’ombre. También se la puede encontrar en los créditos de proyectos editoriales como Le Spirou de…, Valérian par…, WW2.2, Sept e incluso La Grande évasion.
