Entrevistamos a Teresa Valero, autora de la obra magistral «Contrapaso. Mayores, con reparos». Norma Editorial

No es la primera, ni la segunda vez, que el nombre de Teresa Valero ilumina este rincón virtual como ya lo hiciera en varias ocasiones en los tiempos en que fuimos páginas de papel de nuestra siempre recordada revista. Motivos nunca han faltado. Reeditado recientemente por Norma Editorial, aún conservo los tres tomos originales de Brujeando, esa inolvidable historia en la que Teresa Valero dio vida a una divertida idea para un cómic de corte juvenil sobre tres brujas solteronas ajenas al mundo a las que la presencia de un hada fugada les cambia la vida. Con dibujo además del inigualable Juanjo Guarnido (Blacksad), el nombre de esta autora especialmente versátil, que desarrolló gran parte de su personalidad artística en el mundo de la animación, llegó para quedarse. De nuevo como guionista sorprendió nuevamente con otra trilogía que Norma no sólo ha reeditado, sino más bien recuperado de un nunca merecido olvido: hablamos de Curiosity Shop, en este caso junto a la dibujante Montse Martín. Brillante también como guionista en Gentlemind y dibujante en We are family, lo cierto es que su paso a autora completa sí que dejó a crítica, aficionados y público con la boca abierta ante lo que Teresa Valero emprendió y convirtió en Contrapaso.

Contrapaso. Los hijos de los otros transcurre en Madrid, en 1956. Pero antes de que nos de tiempo a pensar en que la autora nos ha llevado a la siniestra realidad de la posguerra española en un país aún dominado por un dictador, Teresa Valero nos conduce a un cinematográfico comienzo que nos lanza de cabeza a un atroz asesinato que la policía del régimen no será capaz de desvelar. Es entonces cuando entran en juego, poco a poco, personajes de esos que se quedan rondando nuestra cabeza mucho después de que hayamos leído la obra en la que viven. Léon Lenoir, hijo de un comunista muerto en la Guerra Civil, y Emilio Sanz, militante falangista, coinciden en una de esas casualidades del destino en la sección de sucesos del periódico La Capital. A su lado, convertidos en improvisados e inesperados investigadores y mientras dudan entre ayudarse o matarse, nos adentramos en la España de aquellos años, la que pretendía ser idílica en el NODO del dictador pero bajo cuya superficie se escondían miserias e historias tan fascinantes como la creada por Teresa Valero en este tremendo thriller social que nos mantiene en vilo de la primera a la última página. Si aún no la has leído, a poco que comiences entenderás y compartirás lo merecido del reconocimiento de Contrapaso desde su primera edición en 2021 (ya van por la quinta), puesto que la obra ha logrado el XXI Premio de la crítica, el Premio Euskadi de plata en categoría de cómic y libro ilustrado y el Premio Zona Cómic, aparte de haber obtenido sendas nominaciones a mejor obra de autora nacional en los XI Premios del Cómic Aragonés y en Comic Barcelona 40.

En un redoblado esfuerzo de tiempo empleado en volver a documentarse, dibujar y ser capaz de escribir una historia aún mejor, Teresa Valero ha vuelto, cuatro años y cientos de páginas después, con un segundo libro dedicado a esa época y a esos personajes entrañables enfrentados a realidades bien dramáticas: Contrapaso. Mayores, con reparos. De nuevo atrapados en el Madrid en 1956, el veterano e incrédulo Emilio Sanz tratará de imponer su férreo criterio moral y ético junto al idealista León Lenoir, aún inexperto en afrontar las zancadillas de la vida en semejante contexto, enamorado de su prima, Paloma Ríos, quien trabaja como ilustradora de los terribles arquetipos de la mujer de la época en la revista Mujer de verdad, cuando la verdadera mujer, rebelde, independiente, profunda, es ella, subyugada por un tiempo ajeno a lo que hoy nos resulta natural. Como contexto más exacto, detallado al exhaustivo milímetro por la ingente documentación de la que Teresa Valero se ha valido de nuevo, nos encontramos en un 1956 donde comenzaba inevitablemente el fin del aislamiento internacional de España, a quien se dejó ingresar en la ONU y que acogió, como bien reflejan muchas de las páginas de este nuevo Contrapaso, las primeras bases estadounidenses al mismo tiempo que el desembarco de Hollywood en un territorio subdesarrollado, pero de enorme potencial turístico y muy barata mano de obra. Lo cierto es que ni el mismísimo Mr. Marshall ni sus limosnas evitaban una inflación desorbitada, la corrupción institucionalizada e incluso los primeros conflictos laborales y estudiantiles.

Todavía con el misterio del asesino en serie del primer libro sin resolver, un nuevo crimen sacude Madrid al punto de que, nuevamente Lenoir y Sanz se verán inmersos, por informar de él, en tratar de resolverlo. sólo que, si ya en el primer libro de Contrapaso se enfrentaban a indeseables poderosos creyéndose por encima de todo aquel que no fuese vencedor, en este caso son incluso sobrepasados por estraperlistas, hombres de negocios sin escrúpulos, gente del cine y jerarcas del régimen. Siempre sorprendente, Teresa Valero vuelve a hilar un relato a partir de postales en blanco y negro, anécdotas e historias reales, para construir un sólido mundo donde la ficción le sirve para descubrirnos, incluso a quienes creíamos ser de Madrid, detalles de esta ciudad antes de serlo: desde la breve existencia del MOTOCINE BARAJAS a la truculenta existencia, a las afueras de Madrid, de infinidad de casa-cueva debido a la enorme afluencia de inmigrantes venidos del campo para encontrar trabajo en la ciudad. De todo esto y mucho más la autora hace acopio y agradece al final de un titánico libro de casi 200 páginas en espléndida edición de tapa dura, concluyendo así con unos extensos e interesantes apéndices repletos de información sobre el proceso de documentación de la autora para esta nueva obra.

Contrapaso. Mayores, con reparos vuelve a evadirnos durante su lectura hasta tal punto que, por un momento, como en el primer libro, viajamos de verdad en el tiempo como testigos mudos y atónitos de un momento histórico en el que Teresa Valero vuelve a tejer un guion perfecto, pero sobre todo espectacular por lo tremendo de su nivel de detalle: en las fechas, en los datos históricos, pero también en todo lo que, tan hábilmente, rodea con la viveza de su incluso mejorado dibujo: los lugares, los edificios, las personas y cada rincón de cada casi viñeta… la labor perfeccionista y la expresividad de cada gesto de cada personaje hacen que las páginas y escenarios cobren vida entre nuestras manos, que suframos con cada nuevo personaje sus miserias, sus pequeñas victorias, sus vacíos. Y todo sin apenas darnos cuenta que, sin haber podido soltar el libro un por un momento, llegamos de nuevo a otro final folletinesco donde se presume, por suerte, un «continuará» que nos hace desear que el tiempo vuele para que a esta increíble autora le de tiempo de asombrarnos pronto con una nueva entrega de este Madrid ahora ya casi familiar gracias a su trabajo.

ENTREVISTA CON TERESA VALERO

Conociendo tu declarado perfeccionismo y seriedad contando historias, ¿Qué te llevó más en este largo período en que todos hemos esperado la continuación de las aventuras de Lenoir, Sanz, Paloma y tantos otros personajes? ¿El período de documentación, escribir y encajar un o guion tan complejo  o dibujarlo todo con el mismo lujo de detalles que nos lleva a la España de 1956?

Creo que es una mezcla de todo. Todo va sumando horas y horas que le tienes que echar. De primeras, mucha documentación, porque una vez más hablas de temas que no conoces bien y tienes que llegar a un momento en que sientes que los controlas mínimamente como para poder transmitirlo, y todo lo demás también lleva mucho. A mí me cuesta mucho la mecánica de género negro y hay veces que hasta el último momento estoy dándole vueltas a ver si puede haber un giro mejor, si puede sorprender un poco más, si he explicado todo bien. Es un guion que está abierto hasta casi cuando estoy poniendo la palabra fin. Y luego el dibujo lleva también mucha documentación propia, porque tienes que buscar muchas fotografías de cada cosa que sale: cada zapato, cada vehículo, cada casa, tienes que ir a buscarla porque no es algo que puedas confiar en tu memoria, no es una sociedad que has vivido. Yo podría hablar de los años 70 o de los años 80 en mi niñez. Pero eso que no has vivido necesitas bucear mucho en fotos, en cine, en documentales y ver cómo era todo aquello.

Supongo que compartes la visión de las infinitas posibilidades que ofrece un género como el del cómic para contar historias y reivindicar pasado y presente. Pero sin embargo, coincidiendo del todo con Marta Sanz, autora que escribe el prólogo a este nuevo libro, si hay algo aún mejor que todo lo que es posible aprender de la historia de España y especialmente de Madrid de mediados del siglo pasado, lo mejor es tu innata capacidad para mantener la esencia de lo que siempre fueron los tebeos: ENTRETENER. ¿Cómo consigues ese equilibrio perfecto en dos obras enormes? Porque el primer libro de Contrapaso eran 152 páginas y en este caso son 196 que está muy por encima del canon habitual del típico cómic europeo e incluso de las novelas gráficas y sin embargo se lee todo de un tirón.

Me da mucha alegría que me digas eso porque es mi principal preocupación. Yo soy absoluta admiradora de Billy Wilder y era su primer mandamiento: por lo menos no aburrir. Yo además intento transmitir cosas que son un poco duras y creo que precisamente llevándolas en un vehículo que es un poco el entretenimiento, en el que hay otras cosas. No se trata solo de hablar de la dureza de la guerra o de la posguerra o de cómo somos unos seres humanos con otros, es también esa empatía por la pequeña historia de los personajes que salen, el poder empatizar con cualquiera de ellos aunque uno sea un viejo, otro sea una chica y otro sea un chico. Se trata de ver sus luchas por las cosas que les importan: por comer cada día; por abrirse paso en una profesión, pero a la vez por tratar de ser íntegros. Entonces intento ir dosificando un poco todo de la manera en que a mí me gustaría que me contaran las cosas para… no voy a decir para hacérmelo fácil, porque también intento que el lector tenga sus retos y esté pendiente, pero sí para hacerlo atractivo. Más atractivo que fácil.

Tuve la suerte de conocerte con tus primeros libros como guionista que empezaron a ser más populares como Brujeando o Curiosity Shop. E incluso buceando un poco más llegué a las tiras de tu blog Conversaciones al amor del Colacao o esa obra editada en Francia y aún inédita en España que es We are family. Desde siempre tus dibujos me han parecido estar dotados de un dinamismo tan voraz como tus diálogos. Tanto en tus guiones como en tus dibujos y, sobre todo en estos dos libros como autora completa, ¿crees que inconsciente o conscientemente tus manos cuando dibujas recuerdan los muchos años que también pasaste como profesional del mundo de la animación e impartiendo clases de guion?

Sin duda. Creo que dibujando mi formación es cinematográfica y tiene mucho que ver con el movimiento y la expresividad, que en animación tenemos que exagerar un poco y sobre todo encontrar la pose que mejor define un sentimiento o una acción. Eso me ayuda, por un lado, porque creo que sí que transmite bastante vida, sobre todo en un cómic que tiene que ver con la cotidianeidad, con los sentimientos de los personajes. Eso me ha ayudado bastante y fue mi escuela. Mi formación principal es esa y es algo que además me da mucho placer cuando trabajo, me encanta. Me gustaba mucho hacer storyboards por eso: ibas contando eligiendo una imagen y eligiendo una pose del personaje, una expresión de cara para contar muchas cosas y es lo que más me interesa del dibujo. Y en cuanto a los diálogos, es más mi gusto cinéfilo. Yo soy una admiradora del cine clásico. El cine de los años 40 y 50 tenía unos diálogos que yo creo que no se han vuelto a ver a ese nivel de depuración, de con una frase decir montones de cosas, el subtexto, las voleas verbales, que me encantan. No son muy de cómic, pero muchas veces no me resisto a ponerlas. Me gustan mucho los diálogos en los que los personajes se están dando réplica y mostrando mucho cómo son. Los diálogos los trabajo muchísimo, los reescribo una y otra vez, luego los leo en voz alta y hasta que no veo que tienen su ritmo no los doy por válidos.

De los sanos tiempos en que autoras y autores compartían en redes sociales sus progresos, sus bocetos, sus avances en lo que hacía, recuerdo haber presenciado más de una vez tu perfeccionismo también al dibujo rehaciendo ilustraciones. A día de hoy y teniendo en cuenta el peso y trabajo de una obra como Contrapaso, ¿trabajas completamente en digital o en alguna parte del proceso del libro te puedes permitir aún tiempo de llevar y estudiar en papel tus dibujos?

Normalmente tengo ahora un proceso en que es todo digital desde el story hasta el color. Lo que pasa que siempre intento pasarme al papel, porque por una cuestión de gusto personal  y satisfacción sobre lo que es trabajar sobre el medio de papel  y con lápices, yo lo disfruto mucho más. Además a nivel intelectual me parece también que la experiencia es diferente, osea dibujas diferente cuando dibujas en papel como escribes diferente cuando escribes en papel, por una cuestión también de velocidad, de que muchas herramientas mecánicas que son super válidas, porque yo adoro dibujar en digital, pero es otra experiencia, más profunda, más de aprendizaje, más artística. De modo que cada vez me va interesando más, porque desarrollas unas habilidades que con el digital no son exactamente lo mismo.

Y luego también es verdad que en el digital, como la inteligencia artificial se ha metido en todo, en estas aplicaciones está aprendiendo cómo dibujamos desde el primer trazo que hacemos, pues la verdad que no me apetece, me parece que es un robo manifiesto y que además es algo impuesto. No nos ha dado nadie a elegir si queremos enseñar cómo dibujamos. Yo, que soy profesora, siempre he cobrado por enseñar mis procesos. Entonces, que eso simplemente te lo arrebaten cuando además están cobrando un dineral por los programas que utilizas… pues cada vez soy más reticente, igual que he dejado de subir procesos y muchas ilustraciones, simplemente subo lo que ya es público y nada te puede salvar. Intento resistirme todo lo que puedo, mientras eso no se legisle, qué uso se hace de nuestros conocimientos y de nuestras obras. Como el papel además me da ese placer añadido, siempre intento pasarme o utilizar algunas apps que más o menos dicen estar en contra (risas) de pasar los datos a la IA. Ahora es una huida todo el tiempo.

Obviamente esa era la siguiente pregunta… Sabemos por charlas y entrevistas que eres defensora a ultranza de los derechos de los autores por encima del mal uso, cada vez más, del mal uso de la Inteligencia Artificial en un medio como el cómic. Es obvio que ninguna máquina puede dotar como hacéis autoras como tú a personajes como los de Contrapaso del alma que respiramos después quienes leemos tus obras pero, ¿cómo ves personalmente el futuro para las autoras y autores? ¿Crees que hay alguna solución?

Lo cierto es que soy bastante pesimista. Supongo que será algo que se irá poniendo en orden por sí mismo, pero este orden puede significar que nos barra a todas… Es una de las posibilidades, porque al final es algo que depende mucho de qué buscas con el arte o con las artes aplicadas o con el grafismo. Si estamos buscando cualquier cosa que valga para hacer un cartel y no queremos dar ningún tipo de visibilidad a lo que es el proceso del artista, a lo que ha significado para él como ser humano o a alguien que escribe novelas. Esa admiración que teníamos por el artista, por su proceso y que también nos suponía para nosotros una motivación para emular, sobre todo a la gente más joven, que nos llevaba a llenar de significados nuestras vidas e intentar hacer un camino profesional, además de artístico, y poder mandar a la sociedad algún tipo de mensaje que fuera socialmente válido y productivo. Todo esto parece que ahora mismo no interesa demasiado. Lo que interesa simplemente es una necesidad desnuda que la cubro de una manera lo más económica, fácil y uniforme posible y con eso vamos tirando. Creo que corremos el riesgo de hacer de esa manera una sociedad más pobre. Pero también soy optimista pensando que, antes o después, va a salir una respuesta, porque el ser humano no se suele conformar con las cosas que le vienen dadas. Entonces quizás asistamos a un renacimiento de las artes y a que salga por otro lado. Por ejemplo hay gente que ya lo está viendo, que pintan al oleo y que están teniendo más encargos que antes. Entonces habrá que ver un poco por dónde va el tema. La legislación antes o después será necesaria, porque si no se le pone un orden podríamos encontrarnos con cosas pesadillescas, como pasó en su día con la genética, por ejemplo.

Ambos libros de Contrapaso llevan en su interior decenas de reivindicaciones a través de las tristes evidencias del pasado de este país. Pero no siempre es evidente, en especial en estos tiempos polarizados en los que la gente quiere etiquetarlo todo como blanco o negro, que una autora demuestre la sensibilidad suficiente para recordar que en realidad, el ser humano se mueve en grises: porque todas y todos, incluidos los dos bandos de un periodo como la posguerra española, tuvieron historias, dramas y pesadillas detrás… Por eso me parece magistral el uso partido de las viñetas en un momento de este nuevo libro para contar a la vez precisamente eso: las dos versiones de los mismos personajes desde los dos bandos que se enfrentaron en la Guerra Civil. Leyendo los libros de Contrapaso se evidencia que seguimos tropezando muchas veces con las mismas piedras, ¿crees que tenemos solución a día de hoy a nivel social?

Creo que somos seres humanos nada más, pero deberíamos entender que los seres humanos somos también gente viajando durante unos años que te pasas aquí. Te pasas muchos años intentando entender dónde estás y mucha gente se refugia en los discursos absolutos porque te dan seguridad, pero son siempre falsos. No hay más que leer un poco sobre la Guerra Civil y la posguerra para ver la cantidad de gente que evolucionó en su pensamiento. Por ejemplo Dionisio Ridruejo, que fue jefe de propaganda, falangista acérrimo, fundador de Falange y luego se enfrentó a Franco y fue desterrado y acabó siendo un ultrademócrata. Mercedes Formica, de quien me he leído hace poco sus memorias y que fue una de las primeras falangistas y al final prácticamente todos sus amigos eran comunistas, porque se sentía mucho más cómoda…

El ser humano está lleno de contradicciones y además los ideales se pervierten muy rápido. Tú puedes estar ahí matando por una idea y cuando ves que esa idea se lleva a la práctica, ves que todo toma otro camino, porque sobre todo se imponen los intereses y los intereses también van cambiando. Cuando tú te informas sobre cualquier guerra: la Primera Guerra Mundial, la Segunda Guerra Mundial o la nuestra, descubres que las alianzas en las guerras mundiales cambiaban constantemente y cambiaban de una manera que dejaba claro que los bloques no eran estancos de principio a final, sino que se miraba según quien ganaba o perdía para ir cambiando para ir con los que ganasen. Y pasó también con el régimen de Franco, al que habían rechazado durante tanto tiempo. En el cómic se ve, en 1956, que ya le abren las puertas de la ONU, vienen los americanos y traen todas las ayudas, pero piden parte del país, parte de todo: hasta del cine. Y Franco también. Todos estábamos contra el fascismo, pero cuando sube el comunismo, el fascismo es fenomenal. Y el mundo se mueve de esa manera. Yo intento por todos los medios mantener el pensamiento crítico, porque no hay ideas puras… O las ideas pueden ser puras, pero desde luego cuando tocan tierra es imposible ser puro. Ni lo somos los seres humanos ni las ideas tampoco.

SOBRE LA AUTORA

TERESA VALERO

Teresa Valero nació el 23 de julio de 1969 en Madrid. Atraída por el dibujo y las películas de animación muy pronto, empezó a estudiar no obstante administración de empresas antes de entregarse a su primera pasión. Primero se unió al estudio de animación Lapiz Azul, donde trabajó como maquetadora y guionista, trabajando por ejemplo en Tintin y Ruppert. Luego se unió al estudio Milímetros como coordinadora de preproducción, aportando sus habilidades a títulos como La Pantera Rosa y Astérix en América. En 1996, Teresa Valero creó el estudio Tridente Animación junto a Juan Díaz Canales -su futuro marido y guionista de Blacksad mientras impartía cursos de storyboard y guión en varias universidades madrileñas. Tridente trabajará, entre otros, en los universos animados de Corto Maltés , Astérix y los vikingos y Cédric . El cómic nunca está lejos del día a día de Teresa… Y cuando por fin se lanza por primera vez fue escribiendo la serie infantil Brujeando junto a Juanjo Guarnido, dibujante de Blacksad. Continuó escribiendo Curiosity Shop, con los dibujos de Montse Martin. La serie ganó el premio al mejor guión en el Festival Internacional ExpoCómic de MadridTeresa comenzó entonces a dibujar el álbum We are family para Francia (2013, Delcourt) basado en un guión de Marie PavlenkoWe are family gana el premio “Première Bulle” en el Festival BD de AngersTeresa Valero inició entonces, con Juan Díaz Canales, la escritura a cuatro manos del díptico Gentlemind. Inesperadamente vuelven a visitar la Nueva York de los años 40 a través de los ojos de Navit, una mujer fuerte y decididamente libre. El álbum está protagonizado por los suntuosos dibujos de Antonio Lapone. En 2021, Teresa Valero dio un paso más en su consagración como autora con Contrapaso, un ciclo de eventos desde todos los puntos de vista. En primer lugar porque es su primera obra como autora completa. Luego, porque hace un trabajo maravilloso como novelista, historiadora y activista feminista, llevando al lector a una investigación sobre la España de Franco, para descubrir el destino de las mujeres después de la Guerra Civil. Entre la elegancia de la línea, la dureza del tema, los giros sorpresivos y el apego a sus coloridos personajes, Contrapaso de Teresa Valero ha dejado una huella imborrable.

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