Nunca leerás nada igual a “Dulces tinieblas” de Vehlmann y Kerascoët. Norma Editorial.

Erase una vez que tras miles de páginas leídas de todo tipo imaginable, llegas a un libro que te atrapa inevitablemente por su portada y que te convence apenas lo hojeas, porque la inocente referencia de esa figura infantil junto a una mano enorme, se repite a lo largo de un vistoso interior que te llama igualmente a leer la historia. Lo que viene después, es una experiencia que verdaderamente resulta difícil de creer. Nunca has leído o asistido a nada igual. Y es que Dulces tinieblas te sume sin darte tiempo siquiera a respirar en lo más profundo de esos mismos cuentos infantiles que todos hemos leído y escuchado miles de veces, repetidos y aprendidos de generación en generación, hasta asumir cada arquetipo, cada detalle, cada clase de personaje y su lugar en un mundo teóricamente inocente, impoluto, carente de daño posible.

Muchas de las pistas de los grandes logros de este libro te vienen después de haberlo leído de una inevitable sentada. El guión lo firma Fabien Vehlmann, guionista infalible siempre recordado por el merecido éxito y buenas críticas a su trabajo en una obra como Solos, centrada igualmente en el universo único de los niños: ese gran centro de inocencia capaz también de crueldades ajenas al mundo adulto como la total sinceridad y la honestidad brutal de actuar por puro instinto, sin apenas remordimientos por lo realizado. No soy el primero en recordar con razón esa gran obra de William Golding que es El señor de las moscas, en la que un grupo de niños acaban rasgando todo límite a lo civilizado por pura supervivencia. En este caso Vehlmann va dos pasos más allá y nos sorprende con uno de los guiones que, con tanto leído a las espaldas, reconozco una de las ideas más originales con las que me he encontrado en mucho tiempo.

A riesgo de adelantarte parte de esa deliciosa oscuridad que yace en cada página de este libro, Vehlmann ha tenido la genial y original idea de imaginar que lo que aprendemos y somos acaba convirtiéndose en algo con vida propia en nuestro interior. Es decir, si bien como adultos nuestro interior imaginario estaría poblado de demonios, preocupaciones y entes más bien sombríos, es lo más natural del mundo pensar que en el interior de una niña vivan todos esos cuentos e imágenes con los que todos aprendemos nuestros primeros valores, las primeras palabras, conceptos. Pero y si, sin saber bien por qué o cómo, ese frágil cascarón que son nuestras vidas se derrumba en mitad de un bosque y todo lo que llevamos dentro sencillamente sale de nosotros y trata de sobrevivir por su cuenta…

Sin darnos más explicaciones, es a lo que asistimos y sólo logramos entender mucho después de habernos quedado boquiabiertos en las tres primeras páginas, lugar en el que entran en juego ese fabuloso dúo de dibujantes que se esconden tras el seudónimo de Kerascoët: Marie Pommepuy y Sébastien Cosset. Y es que al preciso dibujo realista de una niña caída, se añade un aparentemente gracioso despliegue, dibujado con aparente trazo infantil de todo tipo de pequeñas criaturas y personajes tan variopintos como arquetípicos: la inocente, positiva y enamoradiza Aurora, protagonista por encima de todas las demás; pero junto a ella decenas de personajes sin nombre y otros con cierta presencia como un haragán príncipe en toda regla azul llamado Héctor; una caprichosa y dominante tirana llamada Celia o una aventurera pelirroja llamada Jane.

Pero lo que sigue no tiene nada que ver con la dulzura de un cuento de hadas o de princesas. Es más, tras el primer golpe de página a viñeta completa del prólogo, el autor se vale de ese juego visual para dejarnos helados y con la mandíbula batiente muchas más veces, convirtiendo las escenas más idílicas e ideales en momentos incómodos en los que asistimos a soluciones drásticas impuestas por la realidad de ser diminuto y ser abandonado en medio de un bosque. Así, lo que se prometía cuaderno de preciosistas aventuras de tinte épico, va restando personajes y elementos con tal crudeza que seguir leyendo y saber qué pasará al final resulta algo tan básico como el instinto inicial que te hace tomar entre las manos esta gran joya absoluta en realidad de terror gótico que hará las delicias de quienes disfrutan de lecturas visuales como Edgard Gorey o clásicos en una versión retorcida que ni genios como Poe o los momentos más oscuros de Tim Burton llegaron a imaginar nunca… y colorín ensangrentado, este cuento apenas ha empezado…

Entrevista a tres bandas con los autores de DULCES TINIEBLAS

El joven y aún así veterano guionista Fabien Vehlman afirma rotundo: Dulces tinieblas es un proyecto un tanto particular en mi carrera profesional. Todo comenzó de un dulce encuentro con los Kérascoët, en el transcurso del cual Marie me preguntó mi opinión sobre una idea que pensaba guionizar ella misma. Me contó completa la que acabaría siendo la primera secuencia completa de Dulces tinieblas… y me quedé sin voz. Encontré la idea tan impresionante que animé desde el primer momento a Marie a seguir en esa dirección, incluso me ofrecí a echarle una mano (un poco a la manera de un “doctor-de-guiones”) si no se decidía a lanzarse sola en el que sería su primer guión para un cómic. Lo siguiente fue que nos pusimos felizmente manos a la obra. Poco a poco, como nuestra colaboración se desarrollaba tan bien, los Kérascoët me propusieron intervenir un poco más, de secuenciar la historia, de ocuparme de los diálogos, en fin, de convertirme en co-guionista, algo que acepté verdaderamente feliz. Sin embrago, a lo largo de todo el proceso, traté de preservar lo que encontré único en el estilo de Marie desde el principio: una mezcla de candor capaz de tumbar paredes junto a una oscuridad aterradora”.

Kerascoët: La verdad es que conocíamos a Fabien desde hace mucho tiempo. Marie tenía varias notas sobre este proyecto pero andaba bloqueada en todos los sentidos aunque su idea era clara: un cadáver humano sirve de teatro de la historia; pequeños personajes salen, evolucionan en la naturaleza, sobreviven… o no. Fabien nos decía que era una especie de Lost (la serie de televisión) con el cuerpo de una niña en lugar de un avión… El caso es que cuando comenzamos a hablarle a Fabien de la historia, éste se implicó rápidamente. Hay bastantes elementos autobiográficos en este título. Decimos cosas muy importantes en este álbum y el hecho de hacerlo como trío sobrepasó nuestras propias expectativas. Tenemos la impresión de que incluso dentro del género fantástico hay demasiadas convenciones, que se evitan las cosas sinceras. Por eso queríamos mostrar el lado contrario a lo habitual y predecible.

Fabien Vehlman: La segunda buena sorpresa con la que se encontró Dulces tinieblas fue la reacción de los editores, que se mostraron verdaderamente entusiastas (algo que no resultaba evidente visto el inicio de nuestra propuesta: se trata del cadáver de un niña pequeña y de la supervivencia de un grupo de pequeños seres bizarros que viven en torno a su cuerpo).

Al final el personal de la editorial Dupuis (ndt.: su editorial en Francia) acabó por convencernos de su gran motivación: sin duda Dulces tinieblas resultaba ideal para romper un poco con la imagen “familiar” de su editorial ya que, no me cansaré de repetirlo, este libro no es, para nada, un libro para niños, por mucho que sus diminutos personajes sean tan bonitos.

Entonces, ¿qué es realmente Dulces tinieblas? ¿Cómo describís este proyecto?

Fabien Vehlman: Pues la verdad es que no resulta para nada fácil describirlo… digamos que se trata de un cuento –con todos los elementos clásicos de este tipo de literatura- pero un cuento para adultos. Es un relato que habla de la crueldad de la infancia, entre otras cosas. Aunque para nada sólo de ese tema. Nuestro objetivo, escribiendo Dulces tinieblas, era preservar una buena parte del misterio inicial para permitir a los lectores sacar sus propias ideas del relato, de lo que no contamos, de sus partes escondida… De hecho, ningún lector al que hayamos preguntado interpreta la historia de la misma manera, lo cual nos resulta un gran logro. Sin embargo, mejor prevenir a los aficionados a los “finales típicos y clásicos del cómic”… este cuento no está hecho para vosotros, porque en todo momento preferimos proponer una invitación tanto onírica como mórbida, un sabor alejado del gusto común, a menudo demasiado cruel, que algunos no encontrarán de buen gusto, ni mucho menos.

¿Cuál fue la mayor aportación de Fabien al trabajo a seis manos?

Fabien Vehlman: Todo comenzó con conversaciones con Marie para ir desarrollando los acontecimientos. Tenía muchísimas ideas, pero yo la aconsejé que se guardase algunas para otros proyectos. Por ejemplo le hubiese encantado hacer viajar a sus pequeños personajes, pero la retuve a mantener una unidad de escenario. El cadáver de la niña era un decorado demasiado fuerte y resultaba de vital importancia utilizarlo plenamente. Mi papel a partir de ese punto consistió en poner sobre el papel lo que decidimos sería transcrito en palabras dentro de la historia, de modo que propuse los diálogos. El humor macabro ya se encontraba bien presente en le idea inicial de Dulces tinieblas, yo sencillamente me encargué de prolongarla.

¿Es la muerte quizás el tema principal del libro?

Kerascoët: Solemos preguntarnos la forma en que se muestra a la muerte, de forma general, en el cine, en las novelas… Generalmente nos encontramos con el concepto de muerte “útil”, que es la que sirve para algo, en especial para que la intriga avance. Y nosotros decidimos ir a contracorriente de todo eso: en nuestro libro nos encontramos a la vez con un cadáver humano del todo realista – inquietante y chocante ya que no sabemos nada de ella -, así como numerosas muertes violentas en las que no acabas de fijarte del todo, ya que no conoces de nada a las víctimas. Nuestra heroína es una especie de princesa de cuento de hadas que de repente se enfrenta a la realidad y se ve obligada a realizar elecciones difíciles. Todo esto nos permite evocar el aprendizaje de la crueldad, la obligación de perder su inocencia para poder sobrevivir. Para imaginar todo eso, nos acordamos de cómo nos comportábamos con los demás cuando éramos niños. Releímos El señor de las moscas de William Golding y vimos Récréations de Claire Simon; además de mantener largas charlas en torno al tema de la injusticia…

Fabien Vehlman: La temática de la crueldad se impuso. Seguimos a un personaje cándido y generoso, que dice llamarse Aurora y a de quien todos van a aprovecharse. Sé que este álbum va a generar reacciones radicales: algunos lo encontrarán vano, otros esperarán la resolución de un misterio y se sentirán decepcionados. Porque incluso si se trata de un relato onírico e incluso contando una historia con principio y final, ésta no tiene forzosamente que ser algo cerrado.

¿De modo que no hay ninguna resolución al misterio en esta obra?

 Kerascoët: Ni siquiera nosotros nos pusimos de acuerdo sobre una “verdad” común acerca de Dulces tinieblas. Incluso siendo tres autores. Ninguno de nosotros quiso desentrañar la identidad del cadáver para no cerrarnos ninguna puerta a nada. De modo que el lector sabe tanto como nosotros y pude hacerse su propia película en su cabeza.

Fabien Vehlman: Incluso si lo que escribo suele guardar coherencia y sabiduría, desconfío de las medias tintas. Llegar a un consenso se revela práctico para ganarse la vida, pero creo sin duda que al lector le gusta que le sorprendan. La prueba fue mi libro Los cinco narradores de Bagdad, que obtuvo un éxito enorme. Personalmente prefiero llegar a odiar un cómic a olvidarme de él en cuanto lo has leído. Los Kerascoët y yo tomamos el riesgo de desviar al público del camino habitual. Tampoco se trata de una postura ofensiva para resultar chocante a cualquier precio, más bien se trató de una voluntad de explorar ciertos tabús, como el de una niña muerta o un cuerpo que se pudre. Es labor de los creadores de tratar temas que pueden resultar incómodos. Los Kerascoët son artistas muy rápidos y que reacciona de inmediato, que detestan los clichés y rechazan lo ya visto antes. Y aunque yo soy escritor de grandes realidades, no tengo ningún problema, por lograr el efecto de “literatura diferente”, de recurrir a precipicios creativos que lleven al lector a la sensación de estar en una montaña rusa.

Resulta chocante la historia del gran número de seres diminutos con animales tratados de un modo muy realista…

 Kerascoët: Resultó todo un placer dibujarles. Nos documentamos muchísimo, utilizamos fotografías, libros naturalistas. La historia fluye a lo largo de las estaciones que pasan, lo que nos permitió crear ambientes completamente diferentes los unos de los otros. Nos resultó también muy gratificante emplear diseños radicalmente diferentes en los diseños de los diversos personajes. Las ventajas creativas de nuestro dúo se desplegaron al completo: el dibujo realista para Sebastien y uno mucho menos creíble, con un estilo entre el manga y Sempé, para Marie.

¿La experiencia os ha dejado con ganas de volver a trabajar juntos los tres?

 Fabien Vehlman: Sí, de hecho tenemos otro proyecto juntos: una historia a lo Julio Verne y su Viaje al centro de la tierra.

¿Cuáles fueron las mayores influencias comunes de Kerascoët?

Kerascoët: Son muy diversas. Las lecturas de nuestra infancia sobre todo, aunque hoy en día leemos muchas cosas que hacen compañeros y amigos de profesión. Van desde Lucky Luke, Astérix, Tintín y Gastón a cosas mucho más recientes. Las figuras que nos han marcado son numerosas y todas ellas nos hacen avanzar.

Trabajar como dúo, ¿hace las cosas más sencillas o, al contrario, puede llegar a resultar poco estimulante?

Kerascoët: Nuestros estilos de dibujo son muy diferentes en nuestra forma de abordar un tema, una técnica o una referencia… a veces somos totalmente complementarios, porque en realidad se trata de dos búsquedas que se unen en otra búsqueda común más grande. Desde el punto de vista del tiempo de trabajo y de la eficacia, es cierto que es mucho más sencillo trabajar juntos. Desde el punto de vista de nuestros deseos personales, de nuestras lecciones, de nuestras personalidades, no siempre resulta evidente el resultado.

Vuestros personajes humanos suelen ser en su mayoría femeninos. ¿Simple azar o es algo buscado?

Es esencialmente Marie quien dota de vida a los personajes y habitualmente suelen ser lo que de ella surge espontáneamente.

Vuestro bestiario visual es realmente rico no solo en esta sino en toda vuestra obra conjunta. ¿Siguen vivos con vosotros los personajes a los que dais vida o los dejáis en completa libertad cada vez que termináis un libro? ¿Hay algún personaje que os haya marcado especialmente?

Una vez terminado un libro, pasamos a otra cosa. Salvo en el caso de Dulces tinieblas, que todavía resuena en la cabeza de Marie. Sino, sencillamente nos sentimos desposeídos de nuestros personajes una vez que el libro es publicado; les dejamos marchar y que vivan sus vidas sin nosotros.

Vuestra estética ligera y adornada os permite abordar temas muy duros con un tono que parece hacerlos más soportables. ¿Funciona esto cuando os enfrentáis en vuestro trabajo a pasajes difíciles de dibujar o contar?

Sin duda forma parte del reto… todo resulta difícil de contar y de dibujar simple y eficazmente. Nuestro objetivo es tratar de hacer que todo aquello que contamos sea legible y dotado de vida suficiente. No nos distanciamos en los momentos difíciles, al contrario, trataos de meternos verdaderamente dentro de las historias… incluso si son pasajes tan penosos y particularmente difíciles de dibujar y llevar a escena como los de Dulces tinieblas.

¿Cuál es ti personaje de cuento preferido?

Marie: Pulgarcito.

Sébastien: R2D2.

¿Qué artista ha provocado en vosotros la emoción más fuerte, la sensación más chocante?

Marie: Gus Bofa.

Sébastien: Hayao Miyazaki.

¿Cuál es la pregunta que más a menudo os hacen?

Kerascoët: ¿Quién dibuja qué parte? ¿Quién hace qué? Incluso para nosotros mismos, es cierto que es intrigante…

SOBRE LOS AUTORES

FABIEN VEHLMANN

Fabien Vehlmann nació el 30 de enero de 1972 en Mont de Marsan, en las Landas. Alrededor de los 6 años se inició en el cómic, llenando sus libretas de dibujos. También descubre un don de animador público, que se cree obligado a mantener, hasta el momento en que comprende que él también tiene derecho a estar triste. Al llegar al final de su carrera en la escuela secundaria, se dijo a sí mismo que los cómics no eran una carrera profesional razonable. Ingresó en la Escuela de Negocios de Nantes, se desenvolvió en el marketing de juguetes y se graduó en 1995. Objetor de conciencia, se convirtió en administrador de una compañía de teatro. A pesar de todo, rodó dos o tres cortometrajes en vídeo con los actores y probó la radio en una emisora ​​local, con sketches que siempre hacían reír al técnico. En 1996, la publicación Spirou organizó un concurso de guiones que le animó a no desistir hasta que compraron sus páginas. Después, todo salió bien: lanzó el álbum Green Manor, con Denis Bodart, y conoció a Gwen en el taller de la Place des VosgesGwen ha inventado dos criaturas con forma de lagarto con las que realmente no sabe qué hacer. Se pusieron manos a la obra juntos y así nació en 2001 la excelente serie filosófico-humorística Samedi et Dimanche, seguida en 2002 de una historia mucho más oscura que demuestra la diversidad de su talento, Le Marquis d’Anaon, dibujada por Matthieu Bonhomme, publicado por Dargaud. También escribió el guión de la serie IAN para Ralph Meyer, que vuelve al tema de la inteligencia artificial, también para Dargaud. Y finalmente en Dupuis comienza la serie infantil Solos con Bruno Gazzotti, cuyo primer álbum ganó un premio en Angoulême en la categoría Juventud.

Fabien Vehlmann también recibió el premio Jacques Lob al mejor guionista en noviembre de 2004. Durante un tiempo, probó suerte en el cine (Un monde à nous, dirigida por Frédéric Balekdjian) y en los dibujos animados (la serie ¿Ya lo has visto?, producida de Alain Chabat, y dirigida por Piano Gark), pero sin embargo decide dedicar la mayor parte de su tiempo al cómic, en el que afirma encontrar mucha más libertad de escritura que en el sector audiovisual. En 2006, produjo el primer one-shot de Spirou y FantasioLos gigantes petrificados, con Yoann publicado por Dupuis. En 2009, fueron elegidos como equipo oficial de la serie de culto Spirou y Fantasio, en sustitución de Morvan Munuera. Un año después, se publicó el volumen 51Alerte aux Zorkons. Más recientemente, Vehlmann destacó por su colaboración con el diseñador Duchazeau (La noche del Inca entre 2003 y 2006; Los cinco narradores de Bagdad en 2006; El diablo enamorado y otras películas nunca rodadas por Méliès, en 2010). Todas sus series están publicadas por Dargaud (excepto Dieu qui pue Dieu qui fart publicada por Milán). En 2007, también trabajó con el dibujante Sean Phillips, en el primer volumen de la serie Seven, publicada por Delcourt. En 2010, colaboró ​​con la dibujante Gwen De Bonneval en el one-shot de ciencia ficción Los últimos días de un inmortal publicado por Futuropolis. En 2011, escribió el cuento de piratas La isla de los cien mil muertos, publicado por Glénat. Actualmente está preparando un nuevo díptico en colaboración con los Kerascoët, con quienes ya había trabajado en el magnífico álbum Jolies vins, publicado por Editions Dupuis.

KERASCOËT 

Este seudónimo esconde a plena vista a la pareja de dibujantes compuesta por Marie Pommepuy y Sébastien CossetSébastien (París, Francia, 1975) estudia artes aplicadas y obtiene un título de “Artista plástico de Entorno Arquitectónico”, que volcará en su primera pasión, el cómic. Marie (Brest, Francia, 1978) estudia grafismo en París y luego ilustración médica y científica. Empiezan a compartir su vida y su taller, y acaban dibujando juntos para prensa, publicidad, moda, animación y cómic. Son los dibujantes de Dulces tinieblas (Norma Editorial, 2024), con guión de Fabien Vehlmann y de Belleza (Astiberri, 2018) con guión de Hubert.

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